Oquetza, camino a la raíz

Carla Valdespino Vargas

Cyborg en Mesoamérica

Quizá cuando escuchamos la palabra Cyborg inmediatamente pensamos en los replicantes de Blade Runner, en Sonmi-451 de Cloud Atlas o en muchos otros ejemplos que habitan las películas de ciencia ficción, pero, en definitiva, no conectamos este concepto moderno con Mesoamérica, mas, en esta ocasión, me voy a permitir jugar con esa idea.

Entendemos por Cyborg a un organismo constituido de máquina y carne (¿la conexión con lo humano?), una criatura de realidad social y ficción. Desde la perspectiva de Donna Haraway, quien fue el camino por donde llegué a esta idea, un cyborg no solo se encuentra constituido por lo cibernético, sino también por elementos no-humanos que comparten nuestra realidad y que nos llevan a otras formas de relacionarnos, podríamos, entonces presenciar un juego de cuerdas multiespecie.

Mientras realizaba mis notas sobre Haraway, vino a mi mente el Tonalamatl de los Pochtecas, en específico una imagen de Tezcatlipoca, cuyo nombre significa espejo humeante. Una de las peculiaridades de este dios es que tiene la capacidad de transformarse en jaguar, coyote, perro, tlacuache, guajolote, o sea es uno de los nahuales más importantes del pensamiento mesoamericano; de él dependía la vida y la muerte y por ello, era una de las deidades más temidas. Como parte de su indumentaria encontraremos a un espejo de obsidiana que humea, ahora me gusta pensar que era parte de su cuerpo, no su tocado.

La historia de Tezcatlipoca nos cuenta que perdió su pie izquierdo en batalla, algunas versiones nos indican que en su lugar se colocó la pata de guajolote a manera de prótesis (pienso ahora en el Dios K de los mayas, cuya pierna izquierda es una serpiente). En la imagen que nos muestra el códice mencionado, Tezcatlipoca tiene un espejo en el lugar donde debería estar su pie; su mano derecha sostiene el antebrazo de una mujer muerta en un parto, que sí bien no es parte de su cuerpo sí está muy cerca.

Al hojear el Tonalamatl, me percató de que Tezcatlipoca juega un papel primordial, ya que lo encontramos en varias páginas en faceta de Tlacuache, la descripción nos indica que solo es una máscara, pero me pregunto si la cabeza de tlacuache no es ahora parte ya de ese cuerpo humano divinizado. En la página 41 podemos observar a Tezcatlipoca: un cuerpo humano pintado de rojo, pero en lugar de cabeza tiene una serpiente que sale un espejo. Es un cuerpo que luce victorioso, danzando, no es una imagen de muerte. Un Cyborg que ha “perdido” su cabeza humana, remplazada, no por una máquina, pero sí por elementos no-humanos: un espejo y una serpiente.

En el mismo códice, podemos observar la imagen de Ehecatl, dios del viento y advocación de Quetzalcoatl y que es posible identificar por su máscara de pato. Me gusta pensar que esta deidad con cuerpo humano se injertó ese pico para poder soplar mejor, convirtiéndose así, en un Cyborg mesoamericano.

Desde este planteamiento, las Cyborg-deidades mesoamericanas estarían ampliando la manera en la que percibimos la realidad del mundo antiguo, presente y futuro, un juego de cuerdas multiespecie que se extiende en el espacio y el tiempo.