Gabriela Landetta
En un instante la vida deja de ser la de siempre, la que conoces de rutina, y te obliga a enfrentar tus miedos y debilidades. De tu fortaleza depende salir airoso o no del desafío. A sus 36 años, Paulina Miranda llevaba una vida normal, con su esposo y sus dos hijos y un trabajo que le agradaba, hasta que un día, ese día que nadie quiere que llegue, todo cambió radicalmente.
En junio de 2020, en plena pandemia, sintió un dolor quemante en el seno derecho. “Me despertó el dolor, fue algo raro. Al día siguiente me empiezo a tocar para ver dónde se estaba originando ese dolor y percibí una bolita. No me espanté, pero algo en mí me dijo que no estaba bien”.
Su intuición, esa bendita intuición que tenemos las mujeres, la impulsó a buscar de inmediato a su ginecóloga, quien le recomendó hacerse un ultrasonido.
Al realizarse los estudios pertinentes, la mala, muy mala noticia, se hizo presente: un tumor amorfo, sólido, de 1 cm, estaba en su cuerpo. La radióloga que le hizo el estudio la calificó con 5, el nivel más alto dentro del parámetro en los ultrasonidos al detectar un cáncer. Sin embargo el diagnóstico tuvo que ser confirmado con una biopsia.
La palabra ‘cáncer’ cambió su vida. Con dos hijos, entonces de 6 y 11 años, “no podía dejar de llorar, de pensar que mi hija (6 años) se iba a olvidar de mí en algún momento de la vida, si a mí me pasaba algo. Era pensar en mis hijos y yo lloraba amargamente…”⁹
Paulina decidió operarse de inmediato y optó por la mastectomia radical para evitar que el tumor apareciera de nuevo. Sólo habían pasado 15 días entre su diagnóstico y la cirugía, y ya el tumor había crecido. La enfermedad pasó entonces a etapa 2.
En ese tiempo no contaba con seguridad social y todos los gastos médicos los asumieron ella y su familia, por lo que la enfermedad también representó un golpe muy fuerte en lo económico, si bien a su causa se sumaron amigos y desconocidos. Después de la mastectomía, tuvo que someterse a 8 quimioterapias cada 21 días.
“Fue muy duro el tratamiento de quimioterapias porque el que te vean tus hijos vomitando, totalmente debilitada, con cansancio, dolor… Las uñas cambiaron de color, tenía llagas en la boca, tenía lastimada toda la encía. No tenía cabello en ninguna parte, ni pestañas ni cejas, nada, nada… Fueron seis meses de tratamiento muy difíciles”.
Ahora está bajo otro tratamiento menos agresivo, pero muy necesario para evitar que el cáncer regrese a su vida. Como su tumor fue positivo a estrógenos, debe controlar las hormonas, y su edad no ayuda al ser todavía una mujer joven.
Dios, la fe, la familia, los amigos y toda la gente que estuvo al pendiente de ella, aún sin conocerla, pero sobre todo, su fortaleza interna, fue lo que dijo, la ayudaron a salir adelante.
Por eso Paulina aconseja a otras mujeres no posponer su salud, ya que generalmente se preocupan por los demás, especialmente si son madres, le dan prioridad a sus hijos:
“Si estamos bien, nuestras familias van a estar bien. Confiemos en nuestro instinto y aún con miedo, nos tratemos porque en nosotras está el tener un diagnóstico a tiempo”.
Y a quienes se encuentran en tratamiento les pidió enfocarse en lo que sea positivo, “en las cosas que sí tenemos y que sí podemos agradecer y que vivamos agradecidas, porque la vida es muy importante, es muy bonita y la podemos seguir disfrutando con nuestros seres queridos…”
Si bien reconoció que no es fácil, por lo complicado de los tratamientos, les sugirió aferrarse a todo lo que puedan para salir adelante, ” a lo que te dé vida, a lo que te motive, principalmente aferrarte a ti y que confíes en que todo va a estar bien”.
Ahora Paulina está en espera de recibir una prótesis mamaria. El cuerpo resiente la falta de una de sus partes, se rompe el equilibrio y la columna puede resultar afectada. Más que un asunto de estética, que también es importante, es un tema prioritario de salud.
Si quieres ayudarla a cumplir ese objetivo puedes acudir al desayuno que organizan emprendedoras del Valle de Toluca el próximo 24 de octubre. Informes en el 7222013031 con Pamela González.
(Foto: cortesía)
