Oquetza, camino a la raíz

Museos: una apropiación cultural II

Carla Valdespino Vargas

Pesa 167 toneladas y para su traslado se construyó una plataforma especial; debía recorrer aproximadamente 50km hacia la Ciudad de México. Se dice que el día de su partida no cayó una sola gota de agua en su tierra natal, sin embargo, al llegar a la capital, se desató una torrencial lluvia. Las calles empapadas no impidieron que la gente saliera a verlo de cerca. Se decidió que daría una vuelta por el Zócalo para después, encaminarse a su destino final: la explanada del Museo Nacional de Antropología. Es abril de 1964 y estamos a unos meses de la inauguración de uno de los museos más impresionantes de América Latina. El monolito de ¿Tlaloc? es, quizá, la pieza menos visitada del MNA pues se encuentra relativamente lejos de la entrada principal. A través de su historia es posible reflexionar sobre la dinámica colonialista que ejercen los museos.

Dicho monolito pertenecía al pueblo de San Miguel Coatlinchan, localizado en Texcoco, Estado de México. La escultura de Tlaloc fue arrebatada a la población, población que nunca estuvo de acuerdo con que se la llevaran, no firmaron un papel de consentimiento, sin embargo, el gobierno federal la expropió con el argumento llamado Patrimonio Nacional. En Coatlinchan se afirma que en realidad la figura de Tlaloc sigue en el pueblo. Entonces, ¿a quién vemos en la explanada? Es la figura de Chalchiutlicue, diosa de las aguas terrestres, con quien nos encontramos. Mas el nombre que recibe en su tierra natal es “Piedra de los Tecomates”. Así, como en el Museo de Xalapa, nos topamos con una imposición académica y gubernamental por sobre las dinámicas de los pueblos.

Se abre paréntesis que habla sobre lo que es el Patrimonio Nacional

Conjunto de bienes simbólicos a través de los cuales se reafirma la identidad de una Nación, pero son los sectores oligárquicos, como hemos visto, quienes imponen dicha ideología. El Patrimonio encuentra su ritualización en monumentos y museos, espacios cuya tarea es enaltecer el origen de una Nación y, por tanto, reafirmar una identidad.

Paréntesis que se cierra con más preguntas que se irán resolviendo de a poco.

No recuerdo cuándo fue la primera vez que visité el MNA, debió haber sido cuando yo era pequeña, desde entonces, regreso cada que me es posible y siempre salgo con una sensación muy similar: me siento orgullosa de ser mexicana. Sí, el MNA cumple a cabalidad con su objetivo, reafirmar la identidad del mexicano. Quienes han visitado este gran museo, recordarán que el recorrido que hayamos decidido realizar siempre nos lleva al centro, la sala más grande destinada a la cultura de contacto, la mexica. Esta disposición arquitectónica nos enfrenta de nuevo con la ideología a través de la cual se ha construido esta nación, el centralismo decimonónico.

Muchas piezas del museo cuentan con una historia similar a la de la “Piedra de los Tecomates” y detenernos en cada una de ellas sería una tarea maratónica, mas sí es posible hablar de una sección del museo a la cual solo he entrado una vez, la planta alta destinada a los pueblos indígenas de México. Estoy completamente en desacuerdo con estas salas pues solo confirman el secreto a voces: el mejor indígena es el de los museos. Parece que esta perspectiva ha comenzado a cambiar pues el mismo MNA anunció a principios de este año que realizará una nueva museografía, pues las naciones indígenas son pueblos dinámicos y en constante cambio. La pregunta flota en el aire, ¿se tomará en cuenta a los intelectuales indígenas para esta propuesta o será una folclorización al puro estilo siglo XXI?

No quiero cerrar este espacio sin mencionar que en septiembre de 2021 se inauguró una exposición llamada “La Grandeza de México”, la cual tuvo dos sedes: el edificio central de la SEP y el MNA. Se exhibieron piezas que habían sido repatriadas años anteriores. Pero la museografía no distaba mucho del discurso nacionalista-centralista moldeado en el siglo XIX y del cual nos debemos despojar si en realidad queremos forjar una nacional multicultural.

Quizá se preguntarán si existe un museo en el mundo que no ejerza dinámicas colonialistas y me atrevo a decir que el Gran Museo Egipcio cumple que esa característica pues se construyó gracias a las luchas del gobierno de Egipto por recuperar las piezas saqueadas, principalmente por la corona británica.

Nos falta mucho camino por recorrer, reflexionar y analizar sobre nuestras raíces y nuestro presente. Que nuestros pasos se encuentren pronto.