A lo largo y ancho del territorio mexiquense, maestras y maestros del arte popular han mantenido la tradición artesanal en producción y riqueza cultural.
El ser humano ha tenido la necesidad de crear herramientas, objetos, utensilios que les asistan en sus actividades cotidianas, los cuales llegan a poseer la identidad de quienes lo elaboran.
En este sentido, el desarrollo de las artesanías mexiquenses depende en todo momento de un contexto histórico, económico y social, a partir de las necesidades humanas y de la implementación de nuevos materiales presentados a la comunidad artesanal como una oportunidad para crear algo nuevo y mejorarlo, pero siempre buscando preservar la identidad y adaptándose a las necesidades actuales del mercado.
Desde la época prehispánica las actividades artesanales comenzaron a elaborarse, como lo es la alfarería y cerámica a través del barro con engobes, alisado y natural para la realización de vasijas de origen religioso.
En cuanto a la lapidaria y cantera se destacaron las piezas de obsidiana como navajas, en el tallado de piedra empezaron a realizar metates y molcajetes.
Las fibras vegetales no podían faltar aprovechando la zona lacustre con el tule para elaborar petates, o la palma para obtener una variedad en cestería.
El tallado de hueso y cuerno crearon punzones y agujas que fueron utilizadas en los sacrificios humanos. La madera era tallada y torneada para crear diversos utensilios, instrumentos musicales y esculturas.
Con la talabartería empezaron a usar las pieles de los animales para arroparse y crear vestimenta, aunado a ello, están los textiles que con fibras naturales y tintes usaron como en los tejidos de algodón e ixtle.
El Instituto de Investigación y Fomento de las Artesanías del Estado de México (IIFAEM) a través de sus Tiendas Casart te invita a conocer y consumir este tipo de piezas artesanales que aún se siguen elaborando en la entidad. También los puedes seguir a través de sus redes oficiales Facebook y Twitter @iifaem.
(Foto: Especial Portal)
