26/Apr/2024
Portal, Diario del Estado de México

Cantar las Cuarenta / SIETE NOTAS DE JAZZ PARA LA POSTPANDEMIA

Fecha de publicación:

“El jazz habla por la vida”.  

Dr. Martin Luther King, Jr. 

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AS BAJO LA MANGA: Escuchando el Danzón Nereidas interpretado a ritmo de jazz por Roberto Aymes a quien conocí en los ochentas, me alegra reconocerme fan de este género musical integrador, espontáneo y profundo. ¿Quién no ha disfrutado alguna de las más de 250 versiones a ritmo de jazz de Bésame Mucho de nuestra Consuelo Velázquez? Elijan alguna de este póker: la de Diana Krall, Simone Kopmajer, Bill Evans y la magistral de Michel Petrucciani. 

Escribo estás líneas por el 30 de abril,  festejando a los niños, y también EL DÍA INTERNACIONAL DEL JAZZ. La UNESCO defiende la libertad, la diversidad y la dignidad humana, por ello, reconoce en el jazz un eslabón que comparte los mismos valores esenciales de  un estilo de vida que promueve el entendimiento, tendiendo puentes entre la humanidad. Es así, que desde hace 10 años, en el Salón de la Asamblea General de las Naciones Unidas, celebran con alegría esta manifestación cultural cuyo papel histórico en la lucha contra el racismo y la discriminación sigue hermanando culturas en todo el mundo. Cada año recuerdan que el jazz puede transmitirnos esperanza, energía y ayudarnos a recuperarnos al hacernos más resilientes, mientras trabajamos para construir un mundo mejor y más pacífico. 

Este género, creado hace más de un siglo, se extendió primero por Estados Unidos y, más tarde, por el resto del mundo, muy a pesar de sus enemigos políticos rabiosos y obtusos: el nazismo y el comunismo. El bien sobre el mal siempre triunfa, y el arte no ha sido la excepción, el jazz le ha dejado claro al mundo, que sus valores y características construyen, no destruyen, que son el mejor aditivo y lubricante para que el engranaje de las sociedades armonice en torno a una sola melodía: la paz y felicidad mundial. Por eso, los dictadores y los totalitarios lo repelen y lo satanizan ya que les incomoda ver felices a sus gobernados y que el motivo de su felicidad, no sean ni sus dádivas ni su labia embaucadora. El jazz lo disfrutan tanto quienes lo interpretan como quienes lo escuchamos. 

Dedicar al menos, media hora al día a escuchar jazz incrementa los niveles de inmunoglobulina, que actúa contra los virus, las bacterias y las infecciones. Disfrutar música de jazz suave y lenta retrasa la producción de noradrenalina, que se detona por el estrés, y nos permite dormir bien. Un documento de la Asociación para el Estudio del Sueño de Estados Unidos, concluyó  que los pacientes que escuchan smooth jazz  después de una operación, suelen necesitar menos medicamentos para estar más calmados y serenos. 

Escucharlo, anima nuevas relaciones, y tiene una manera de sanar las antiguas y olvidar las inservibles. El jazz te hace fluir, basado en la libertad y la improvisación, te fortalece para plantar cara a las adversidades de la vida, con ritmo y con rumbo. El jazz con sus diversos géneros, subgéneros y fusiones, agudiza la concentración, aumenta la creatividad y refuerza rasgos como la valentía, el liderazgo, la innovación y la adaptación a situaciones nuevas. 

Stalin en su papel de padre moralista, mandó confiscar todos los saxofones, porque el sonido que producían le desagradaba sobremanera (hemos sido testigos de otro de la misma ralea peleando con el osito bimbo). Los amantes del jazz, confinados por la cortina de acero del comunismo, no gozaban de sus libertades y vieron cómo se decretaba la prohibición de su música preferida (como tantas otras cosas). Pero ni siquiera el régimen de terror, fue capaz de sepultar la semilla del jazz, gracias a las permanentes sesiones clandestinas en el bloque del Este entre sus incondicionales. Stalin, Hitler, Chávez y Castro, se han de estar retorciendo en el más allá (esperemos que sea muy allá) si vieran como hoy en día, una de las dos revistas jazzísticas más importantes del mundo, no se edita en Estados Unidos, sino en Varsovia, la ciudad destruida por las ordas hitlerianas cuando la invasión de Polonia, detonó la Segunda Guerra Mundial, la misma que dio nombre al Pacto Socialista y, por consiguiente, a la “Guerra Fría” que concluyó cuando este documento se disolvió el 1 de julio de 1991. Le hubiera causado una terrible acidez a Lenin, escuchar a Putin cantar en inglés y tocando el piano a ritmo de jazz, en 2010, durante un concierto benéfico en San Petersburgo. 

El jazz rompe barreras y crea oportunidades para la comprensión y la tolerancia mutuas;[Salto de ajuste de texto]es un vector de libertad de expresión;[Salto de ajuste de texto]es un símbolo de unidad y paz;[Salto de ajuste de texto]reduce las tensiones entre individuos, grupos y comunidades;[Salto de ajuste de texto]El Jazz fomenta la igualdad de género y refuerza el papel que los jóvenes juegan para el cambio social. 

Las siete notas musicales del jazz desde la óptica del liderazgo que serán de mucha utilidad en el mundo postpandemia: 1. La armonía se logra con la acción colectiva organizada, crean lo que no pueden crear solos; 2. Los conjuntos de jazz, son la mejor metáfora de la colaboración, gracias al liderazgo alternativo y para lograrlo, la humildad es fundamental, que permite valorar a cada ejecutante; 3. Aprender a escuchar. El ritmo surge de una escucha activa que es todo un arte, una disciplina, una capacidad incuestionable; 4. La capacidad de improvisaciósólo se logra con libertad y sabiduría; ante un mundo de incertidumbres, anticiparse y dar la respuesta basada en la creatividad y la improvisación asegura superar con éxito las adversidades. 5. Subordinar el interés personal al del equipo demanda un ego equilibrado. Ser humildes significa que reconoces en otros miembros del conjunto, ideas valiosas y por ello les das la oportunidad de contribuir. 6. Salir de tu zona de confort. Aprender de los errores. Miles Davis, trompetista excepcional, icono del jazz, dijo: “sí no estás cometiendo errores, ¡eso es un error!”. La apertura mental y la serenidad, le facilita a los jazzistas transitar de un mal momento para convertirlo en uno bueno. 7. Aprendizaje permanente, capacidad de desaprender y reaprender. La cultura colectiva es una fuente de aprendizaje, de ahí que los jazzistas disfrutan interpretando sus obras, tanto como cuando están en la intimidad de sus ensayos en donde la competencia provocativa es primordial como ante un gran público.  

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