Ximena Barragán
Una de las cosas que más me gusta del efecto López Obrador es el amor que ha despertado en la oposición por las prácticas democráticas y este sistema de gobierno en sí mismo. Aquellos que antes criticaban, denostaban y ridiculizaban a los manifestantes, ahora hacen marchas, manifestaciones y hasta plantones; aquellos que antes obligaban a los empleados de las dependencias a disfrazar la recolección de credenciales para votar como “programas sociales” y a mandar fotos de sus votos por el PRI, y ofrecían puestos de confianza a cambio del entendimiento de que su labor implicaba “luchar por mantener su puesto” en tiempos electorales, ahora son asiduos defensores de las elecciones limpias.
Es maravilloso ver cómo aquellos que antes publicaban boletines íntegros y obligaban a los reporteros a detener investigaciones, ahora exigen total libertad y transparencia en el ejercicio periodístico, cómo los que nunca conocieron los procesos de reformas constitucionales y aprobaciones de iniciativas y leyes, ahora defienden el trabajo legislativo autónomo; cómo los que sobornaban a magistrados ahora piden un Poder Judicial “libre”.
Más me gusta que todos los que nunca leían periódicos ni conocían los temas políticos más relevantes del país, ahora están “enteradísimos” de cada reforma, política pública, llamadas, diálogos y negociaciones del titular del ejecutivo federal.
Los que ni si quiera identificaban a los integrantes de las distintas organizaciones internacionales, hoy revisan las agendas, conocen los acuerdos y dan seguimiento a su cumplimiento en México.
Al convertir el sector conservador en oposición, Andrés Manuel López Obrador, ha obligado a obligado a los “fifis” a convertirse en parte de una ciudadanía involucrada, activa y comprometida; es claro que en su mayoría están motivados por sus propios intereses, pero como sea hoy cumplen con importante papel en este sistema democrático y están enseñando a las nuevas generaciones sobre la importancia de ejercer una ciudadanía responsable.
Sin darse cuenta, están contribuyendo de manera significativa al proyecto de nación del presidente, son ellos mismos el contrapeso que tanto piden, un mal necesario para la consolidación de la 4T, de la cual, casi sin saberlo, son parte importante.
