Daniel Cortez
Salida
Tendré que poner un cerrojo a la sangre que manipula el corazón, a veces no sirve mutilar el alma mientras corre en las venas el sentimiento, si hay que morir, que sea por exceso de aire y sudor, para poder envolvernos en sabanas y disfrutar de unos pies descalzos en lo que gira el mundo.
Hay que mirar al fondo para reencontrar la salida, siempre es bueno tocar la herida para respirar sin dejar de sentir; no hablo de indiferencia o masoquismo, menciono que es adecuado el fragmentar los latidos y los suspiros para volver, para no caer en el abismo de cada noche al cerrar los ojos y así perecer sin encontrar un sueño por el cual enfrentar los segundos.
Decaigo en la amenaza del cuerpo dilatado en emociones, si cuando existo sólo pienso sentir y revivir en cada mañana sin sentido, he de aquí el suspiro que marca el tiempo, morir en lo ajeno de un perpetuo latido… vulgar manera de decir que vivo mientras sonrío.
Me pongo las gafas oscuras, que importa si la resaca se comió el momento, a esta luz, todo es sombrío…
Después de consumir mi piel
Se desvanece en la arena el camino de la noche, algún día pasarán las estaciones dejando hojarasca que al pisarla exclamará el quejido de la naturaleza; entenderé entonces que el recorrido ha llegado a su fin, agradeceré cada sinfonía que le dio existencia a mis sentidos y dejaré que el cuerpo sea un lugar libre en el tiempo.
Ese día me convertiré en polvo después de consumir mi piel, llegaré a lugares en los cuales al viento se le ocurra llevarme. No volveré a ser huesos, tal vez termine en donde la marea deja espuma, ese día sin razón alguna, volveré a ser vida.
