Luis Sánchez
Un hecho sin precedente ha causado revuelo. Aparentemente AMLO sí tiene el poder sobrenatural que, más allá de sus seguidores, sus críticos le atribuyen. De acuerdo con esto, la tormenta invernal que hizo estragos en Texas y en parte de México (con “apagones” de máximo 30 minutos) fue su culpa: ¡AMLO domina las condiciones atmosféricas! Y en las últimas noticias: AMLO tiene el poder de reanimar a los muertos, bueno, por lo menos a los políticamente finados.
A principios de marzo se cumplieron dos décadas de un histórico y catastrófico debate, por lo menos para el renacido Diego Fernández de Cevallos, quien re apareció con un mensaje de ultratumba en Twitter dirigido a los jóvenes para encender la luz que han perdido (¿los considera tontos?). Este caballero criollo, muy chapado a la antigua, más bien “a la medieval” se diría, pretende “ponerse en onda” y usar la tecnología para ser ese consejero experto que la juventud mexicana necesita. Mocho, machista, autoritario y cínico, quiere ser la fuerza de “contrapeso” que frustre las “arbitrariedades” del presidente.
Cabe decir que, en el histórico debate, además de que Andrés Manuel advirtió la aberrante alianza PRIAN (aderezada con los sobrantes resentidos del PRD), el siempre “íntegro” abogado De Ceballos se refirió a López Obrador como “un loquito” que tiene el perfecto discurso de un luchador social: “sin ideas”. No obstante, además de no gustarle mucho las causas sociales a Diego Fernández, manifestó, con su regreso, lo mismo que condena. No hay ideas en la oposición. Y eso es muy grave.
La semana pasada también anunció su retorno el histórico y olvidable Santiago Creel, primer secretario de gobernación no priista (nominalmente) y creador del término “sospehosismo” entre otras irrelevancias. Este personaje, sombra de algo parecido a la mediocridad política (su “carrera” ni a eso llega), será instalado como plurinominal PRIANista para frenar las “ocurrencias” de AMLO. ¡Vaya puntada!
La hueca narrativa sin hilo, sin verdad y sin escrúpulos de la oposición pretende vender vejestorios ideológicos como pensamiento de autoridad vanguardista porque ni siquiera sus cuadros juveniles tienen nuevas ideas, o por lo menos ideas. Marko Cortés, en este sentido, es totalmente representativo del PAN: gris, ocurrente, ignorante, incapaz de hacer una sola propuesta con sentido común; no queda atrás vandAlito Moreno con su discurso igual de entrañable que el zumbido de un zancudo y tan creíble como la “buena” reputación priista. Y esos son “las grandes ligas”, imaginemos a los otros…
Algo similar pasa en Morena por virtud y por desgracia. Virtud porque AMLO ha mostrado, en rigor, ética en su postura de no meter ni el índice en su partido, porque ya no es su partido. La desgracia radica en que los dirigentes nombraron antigüedades inservibles de otros partidos para los próximos comicios. El peligro se advierte porque sería el fin de la credibilidad en un proyecto de nación antes de poner en práctica lo más importante, pues aunque existe la base, aún está en construcción la estructura.
Sin embargo aquí podrían cambiar las cosas, hay una voluntad pujante, a pesar de la inexperiencia política en los cuadros de Morena; deberán superar las implicaciones que este movimiento, ya institucionalizado, carga consigo. Impedir la herencia de cacicazgos y buscar el inmediato relevo generacional para evitar la invasión de viejos políticos e ideas inviables no solo en el partido, sino en instancias públicas, pues representan un lastre para la evolución del país.
Es tarea de toda la juventud, no sólo de la militancia (de cualquier partido), imposibilitar que estos zánganos decrépitos continúen imponiendo la cultura de la corrupción, la legalidad del latrocinio. Y también es tarea de la juventud buscar métodos más allá de ver y pugnar contra la injusticia desde fuera. Es necesario cambiar las entrañas del sistema para que se mueva en otra dirección.
