20/Apr/2024
Portal, Diario del Estado de México

Confesiones de Turista/ Huitzi

Fecha de publicación:

Aranxa Solleiro 

“Llegando a donde está el Cosmo, ya sabes donde hay muchos vitrales de colores, ahí justo de frente, te das vuelta a la primera calle, a la izquierda, el primer café, bueno, el primer lugar será el café que buscas, dicen que está muy bonito, yo la verdad nunca he entrado, pero ahí lo encuentras, no hay pierde.” Respondió con alevosía un paseante, cuyo apoyo y ánimo para encontrar el sitio que buscaba, lo agradecí sonriente.  

Poco es visible la pasividad de la calle en donde se ubica el Café Huitzi, alrededor de dos mil cuatrocientos automóviles pasan por ella, según las estadísticas fraguadas en mi cabeza a posteriori a lo que ven mis ojos. Seguramente resulte en una falacia si despojara a la pereza de buscar el número exacto en datos estadísticos del Ayuntamiento o tal vez si amablemente convocara –a manera de encuesta- a dos o tres agentes de tránsito, pero eso llevaría más tiempo, del cual carezco. 

Entre el bullicio, me remito a lo que inicié, ubiqué un recoveco eliminado con vallas para evitar, supongo, la aglomeración fatal en estos tiempos, avancé encontrando un nuevo Hotel que sobresale de cualquier otro establecimiento circundante, rebosando de luces y candiles exuberantes que asemejan a la época de oro en México o una escenografía similar a la fiesta de gala en el Titanic.  

A su lado, por fin, hallé el “muy bonito” Café, abrí la puerta, fui tacleada inmediatamente por la señorita que atiende la cafetería para tomar mi temperatura y proporcionarme gel antibacterial, ubiqué de lado derecho tres mesas, las cuales son acompañadas por un fantástico librero agigantado con títulos que resaltaron cuales relámpagos: una colección de obras completas de Jack London, a quien tenía escasos cinco días de haber leído con su fantástica crónica “People of the Abyss”, cuatro o tres libros de filosofía Platónica y una preciosa colección de libros de fotografía.  

Coloqué mi fastidioso bulto compuesto de libretas, libros y cámara, ordené un “latte” con tres cargas de café para que mis nervios lo agradezcan y un fabuloso pastel de queso con zarzamora, comercialmente conocido como “cheescake”.  

Inicié mis labores cuando apresurada, apareció una pareja, un hombre y una mujer, portando una libreta, un bolígrafo y gafas. Evidentemente, la apariencia de ambos aumentaban la sospecha del por qué se encontraban ahí. De pronto Claudia, quien es la encargada del lugar, respondió: “Claro, el lugar está desde 1910, formó parte esencial de lo que fueron los días de Revolución.” Derivado de ello, me detuve de mis fallidos párrafos escritos y atendí a los relatos.  

Resultó que el edificio donde me encontraba, no solo existe desde 1910, en realidad su construcción data aproximadamente desde 1800, posiblemente Miguel Hidalgo pasó cerca de él aquel 28 de octubre de 1810 cuando pernoctó en la ciudad. Aunque el establecimiento ya tiene 8 años bajo la administración actual, aún contemplo una sensación de soledad entre sus paredes, que sin dudarlo merecen su conocimiento ante los habitantes toluqueños.  

Mientras seguía el interrogatorio de la pareja, añadí a mi lista de productos consumidos un café Americano para sentir bien a bien el sabor de su grano, cuya cosecha proviene de 1800 manos indígenas de la Sierra Norte, según lo que comentan sus dueños, proporcionándole un efecto especializado para potenciar su sabor y relevancia.  

La pareja emigró rápidamente como si le fueran a robar los datos, que propiamente hice; sin embargo, eso me obligó a visitarlo más de tres veces continuas paras observar los detalles que me penetraron el aura, haciéndome sentir en una órbita lejana al bullicio enclaustrado afuera del sitio.  

¡Libérrimo! es la palabra que trato de apropiar para describir el lugar, un sitio necesario para lectores y creadores líricos en proceso como la que escribe el presente relato, la cual es obligada por los escritores que le rodean en las estanterías, susurrando hacer mejor su trabajo para algún día, tal vez lejano o esperanzadoramente cercano, me encuentre a su lado e inspire a otros como lo hacen ellos cada que me desplazo al sitio. 

Regresé al mundo exterior, donde el riesgo permanece no solo de un virus fatídico, sino de una calle que así como es transitada es temida por sus variantes de inseguridad adaptadas. Voltearon unos cuantos por los libros que portaba en la mano y de inmediato se voltearon, aseguré entonces que la búsqueda de crear una mejor atmosfera de la ciudad y su zona centro, permanecerá en un reto.  

Confesiones en: Twitter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro y aranxaas94@gmial.com 

(Foto: Aranxa Solleiro) 

Tags: en Opinión
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