Recorrer las calles después de cuatro meses de confinamiento estricto, instala un sentimiento de desconfianza. Un escenario idéntico posiblemente a lo que presentó en 1982 el director de cine John Carpenter en la película de ciencia ficción de “The Thing”, en donde un tipo de virus atacaba el cuerpo humano sin que éste se diera cuenta, hasta llegar al borde de provocar su muerte. Esto por ende, causaba la desconfianza de todo aquel que rodeara un espacio, ya que el contacto humano podría ser causante de un temido contagio.
Aranxa Solleiro
Sin embargo, los espacios cerrados presentan un ambiente diverso y con un temor notable, tal es el caso de los supermercados o establecimientos de negocio de giro esencial, los cuales permanecieron abiertos durante el confinamiento, permitiéndole así a la sociedad adquirir elementos básicos para su sustento. Empero, la creencia de estar protegidos, resulta no ser siempre el elemento persistente puesto que a pesar de confluir en diversos espacios comerciales con el equipo de protección básico como: guantes, cubrebocas o caretas, los clientes se sienten con incertidumbre y desconfianza.
Marta Jímenez de 58 años y quien es ama de casa, comenta que debe de salir por sus alimentos a pesar del temor que le presenta, pues su marido padece Alzhaimer y no puede realizar la compra de despensa alguien más. Sus hijos por otra parte, residen en Sinaloa y por protección tanto a ellos como a su esposo, solamente han tenido interacción virtual.
“Salgo lo menos posible, aunque debo confesar que me costó creer en lo que pasaba hasta que mi hijo que es doctor me platicó cómo se ponía peor todo y lo grave que era. Sé que se puede hacer a través de internet la despensa pero ya tuvimos una mala experiencia la última vez que lo hicimos porque no llegó el pedido completo y la verdad lo sentimos como un robo. Pero me protejo siempre y de inmediato que llego a mi casa desinfecto lo que compro.” Comentó.
La mayoría de los clientes a distintos centros comerciales, especialmente supermercados, son de una edad de entre 20 a 55 años, por lo que adultos mayores se perciben escasos, así como niños o menores de edad. No obstante, los adultos jóvenes tampoco se sienten con un riesgo menor de contraer el virus.
Arturo Montes de Oca con 31 años, destina su tiempo libre en ayudar a sus padres en actividades donde podría existir una aglomeración, es así que desde inicios del confinamiento, realiza la compra de despensa por ellos. Sin embargo, a pesar de que se ha instaurado la creencia de que el virus podría atacar con menor fuerza al sistema inmune de una persona menor a los 50 y 60 años, Arturo argumenta que no siempre es un hecho que eso suceda.
“Evito que mis papás salgan a un lugar como este porque podrían tener más contacto con personas u objetos que puedan estar infectados, pero aun así tampoco me creo inmune a que yo no pueda enfermarme. Sé que por mi edad posiblemente no presente un caso grave pero he escuchado de casos en los que por mucho que estés saludable, te puede llevar al hospital o incluso provocar que tu cuerpo no aguante.” Dijo.
En México, han muerto 6 mil 447 personas entre los 30 y 49 años, el 18.1% del total de decesos, de acuerdo con la Secretaría de Salud. Una de las cifras más altas en el mundo en una población que, de acuerdo con los organismos de salud, no está considerada como vulnerable.
Por otra parte, Joaquín Lozano de 61 años, persiste entusiasta a que sus cuidados de protección personal sean suficientes para que no resulte contagiado y asegura que sus salidas solamente se reducen en ir al supermercado o a comprar medicinas que necesita su esposa, quien tiene diabetes.
“Sí estamos preocupados, yo trato de traer siempre la careta y el cubrebocas, no me rodeo de mucha gente o trato de evitar siempre lugares donde estén muchas personas y no tenemos más que seguir adelante, pero hacerlo con cuidado. Este virus dicen que no se va a ir en mucho tiempo y que probablemente ni siquiera con la vacuna estemos a salvo, entonces pues no hay más que cuidarnos.” Mencionó.
Hasta ahora México realiza apenas 65 pruebas por cada millón de habitantes, cifra por debajo del promedio de las 305 reportadas para los países de América Latina y el Caribe, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Cuestión que debe mantener con mayor alerta a la población para que persista su cuidado extremo en prevención de contagio, sobre todo por la reapertura de más centros comerciales y espacios de convivencia.
(Foto: Aranxa Solleiro)
