26/Apr/2024
Portal, Diario del Estado de México

Confesiones de turista

Fecha de publicación:

Unificador de pueblos

Aranxa Albarrán Solleiro

Éramos en un inicio 20, si mi memoria no me falla. Comenzábamos después de un turbulento proceso nuestra carrera en turismo. Unos dimos tal vez de manera errónea, el primer paso con un sentimiento de incertidumbre, los pasillos nos parecían eternos a pesar de su pequeño tamaño y a pesar de ser una de las facultades más diminutas de la monumental Ciudad Universitaria. 

Siete de la mañana de un lunes, iniciamos la primera clase con un terrible bombardeo de números y formulas derivado de una clase de Economía. Aunque la mayoría de la población dudé de ello, nosotros los turismólogos nos enfrentamos a catástrofes numéricas por igual. Mi corazón se encontraba con un latir efímero, pareciera que el combustible que recorría mis venas contaba con una fuga extenuante. 

El ambiente se concentraba de una mixtura de ideas, costumbres y conocimientos, las voces de mis compañeros afirmaban que para estudiar la carrera, era casi un requisito ser foráneo. Acentos que alargaban palabras o que sin quererlo, hacían una pronunciación minuciosa de algunas. Éramos por así decirlo, un homenaje a la unión de pueblos generado por el turismo.

En un instante, por culpa de una actividad de equipos, me tuve que topar con una de las almas más brillantes de aquel espacio invadido de pupitres. Su mirada era distinta a la de todos, sin minimizar la luz de nadie, sin embargo me daba la impresión de que estábamos siendo privilegiados de estar rodeados de aquel espíritu peculiar. “Hola, soy Iván, ¿ya tienes equipo?” Y en esos momentos probablemente entendí lo que muchos habían difuminado.

Iván, proveniente de Temoaya, hacía por lo menos más de dos horas para llegar antes del límite de tiempo para que los profesores no lo atentarán con una falta. Su despertar comenzaba diario a las cuatro de la mañana y mejor que todos –me atrevo a decirlo- se percibía en su rostro una frescura envidiable. Sus manos delataban una historia magnifica y me daban un destello de orgullo, aunque no hubiesen sido mis puños los que habían combatido cada una de sus batallas. 

Iván, Luis y yo formamos un equipo para realizar un proyecto de venta para un establecimiento de hospedaje en Avandaro, cercano al hogar de Luis, no obstante, el hermano de Iván trabajaba en él. Desde el primer escrito, a Luis y a mí, nos comandaba un ser infestado de liderazgo y de vez en cuando, nos disparaba palabras otomíes de manera intuitiva. Los 19 que rodeábamos su presencia, desorbitábamos no solo los ojos, sino el cerebro. Teníamos a un maestro del cual aseguro, poco tomamos provecho. 

Nuestro maestro demostraba cada vez que arrastraba el bolígrafo en la libreta, su alegría de pertenecer a la Autónoma del Estado de México, cuestión que me abofeteaba cada minuto, puesto que yo no lo percibía de la misma manera. Aprendí desde entonces, a valorar el ímpetu humano, a respetar los silencios y también a admirar las sonrisas que penetran el corazón de un mortal que ha pasado una vida mucho más suave que aquel que la trabaja arduamente. 

Nuestro legado en la facultad decía “Turismo: unificador de pueblos” y era tal vez, la mejor de las verdades. Iván a momentos, cuando ingenuamente le pedíamos deleitarnos de su lengua natal, nos miraba con una pena infinita, como si detrás existiera un oscuro poco deseado de ser alcanzado nuevamente. Con tristeza, ocho años después, sé que aquella sonrisa perpetúa dibujada en su rostro, escondía la representación de millones de indígenas que han tenido que ser silenciados durante su andar y que las barreras impuestas por un Estado poco empático con las necesidades que demandan y merecen satisfacerse, los han avasallado en innumerables batallas. 

La riqueza de la comunidad indígena en el sector turístico es extraordinaria. De ellos se obtienen aprendizajes gastronómicos, medicinales, culturales y textiles. De ellos depende una gran parte del Estado de México con 16 municipios habitados, representando con lamento el 79.22 % sin considerarse indígena y con tan solo el 17 % que lo defiende. 

Iván lucho por sus ideales, por sus sueños, sus padres y el fulgor de sus ojos que seguramente han sido testigos de los mejores amaneceres en los campos cercanos a su hogar, y hoy pertenece a un grupo de emprendedores que ha representado en diversos proyectos turísticos a la entidad mexiquense, siendo ganadores más de una tercia de ocasiones. Iván –aunque no lo sepa- sigue siendo mi maestro en mi sendero y seguiré defendiendo lo que su gente nos da.

Confesiones de turista en: Twitter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro , aranxaas94@gmail.com y https://everywherematters.blogspot.com/  

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