26/Apr/2024
Portal, Diario del Estado de México

Covid-19 también afectó la vida de los niños, ¿Cómo lo enfrentan ellos?

Fecha de publicación:

La desesperación por salir, la necesidad de sentir un calor no solo del sol sino del tiempo compartido con seres de nuestro mismo capital cultural y social. Bourdieu nos compartía la diversidad de espacios sociales representados en un campo social, lo que se puede entender como un espacio donde confluyen distintas personas.

Aranxa Albarrán

El mundo se vio atentado y hasta cierta forma amenazado, “cuiden a los adultos mayores”, “si usted tiene más de 60 años de edad, evite en la medida de lo posible, salir de casa.” Cada uno de los bombardeos por los medios masivos de comunicación día a día, contribuyen al crecimiento del temor a seguir, a sencillamente poner pie fuera del territorio que utilizamos y consideramos un refugio y un caparazón potentado –si es que el destino lo permite y no hace de éste, otro campo de batalla.-

Los pertenecientes a aquel grupo de edad avanzada, se refugian cautelosos, los héroes entonces, posiblemente son los hijos, los sobrinos, nietos o cuidadores especiales, quienes se abalanzan al campo de batalla evitando que ellos se enfrenten a escenarios de ciencia ficción. 

No obstante, los nietos, los hijos y la sociedad infantil, no solo tiene prohibido recibir los besos y mimos de sus abuelos, quienes en casi todo momento se asemejan a un Dios de sabiduría y amor, sino que ahora las mañanas se resumen en conexiones infinitas de clases virtuales, de conversaciones con amigos sin ser íntimas “¿lo recuerdas, Beto? Fue cuando fuimos a los juegos y tú y tu hermano nos aventamos como treinta veces en el tobogán.”

Un ruidazo sofocante de voces sale de los que tienen la fortuna de contemplarlo todo a través de una pantalla. “Miss, ayer salí a pasear a mi perrito. No lo había hecho desde hace como un año. Use cubrebocas y fui con mi papá porque me tenía que cuidar del Coronavirus.” La clase comienza y por infortuna el tema de hoy persuade a todos para compartir sus mayores temores, y con eso hilar oraciones utilizando verbos en pasado. “¿A qué le tienes miedo, Diego?” lanza la primera pregunta la comandante del grupo de preescolar. “Al Coronavirus porque nos puede matar y como no hay cura, no podemos salir tampoco” la respuesta hereda un silencio penetrante al caos atormentado del inicio de sesión. 

Las docentes lloran porque no pueden bailar al hockey pokey con los veintiún alumnos, porque el abrazo de cada mañana parece ahora un sueño inalcanzable. Más de 100 amaneceres y atardeceres sin la posibilidad de reírse ampliamente con sus semejantes y de continuar deslizándose por el tipo de toboganes que Beto y Alejandro, consideran una aventura excepcional.

Carlitos (10 años) Toluca, Estado de México

Desde hace dos semanas mi papá y yo todas las tardes vamos a jugar al Parque Metropolitano, nos gusta mucho. Por el Covid no habíamos podido hacerlo. Tengo un hermanito de cinco años que se enfermó de gripa, mi mamá estaba muy asustada, pensamos que era el virus pero no. Ya está bien, pero nos dio mucho miedo salir. Todos nos encerramos en nuestra casa, ni siquiera podíamos salir a jugar con nuestros amigos del fraccionamiento porque era peligroso y como no sabíamos si mi hermano tenía Covid, pues mejor decidimos no ver a nadie. Yo ya estaba desesperado, juego siempre en la escuela con mis amigos o si no hacemos retas en nuestra casa. Por eso ahora estoy muy feliz de que por lo menos podemos venir a jugar aquí, aunque no es lo mismo.

Para los pediatras, según lo relatado en una investigación de la Universidad Autónoma de Madrid publicado por Elsevier: “el juego es fundamental en el desarrollo emocional del niño porque le permite “ensayar” diferentes formas de estar en el mundo y crear algo nuevo por sí mismo. Es un espacio que ofrece la posibilidad de equivocarse y volver a intentar algo que se propone, donde la única exigencia es pasárselo bien. Mediante el juego, el niño desarrolla el lenguaje, la simbolización y la psicomotricidad, y madura emocionalmente.”

Hoy en día, el aumento de uso de tecnologías para el entretenimiento, han agravado la convivencia entre grupos infantiles, añadiendo que subyace en el surgimiento de diversos problemas motrices, sociales y sensoriales. Las “pantallas” han irrumpido con fuerza en el tiempo libre de niños y adolescentes, y ocupan entre 2.5 y 3 horas diarias. No solo esto, sino que el tiempo excesivo de acceso a internet, dedicado a la navegación errática o a participar en los más inesperados y frecuentemente inoportunos “chats” o de visualización de imágenes poco apropiadas a su edad, afectan su desarrollo.

Leonardo (12 años) Metepec, Estado de México

“Ahora para entretenerme, me pongo a ver videos en YouTube o hacemos mis primos y yo Tik-Toks, porque viven a lado de mi casa y así nos divertimos un poco mientras podemos salir y jugar con más amigos. Hoy estamos aquí (parque Delegación Rancho San Lucas) es de los pocos lugares donde no cerraron y al menos jugamos tiros en las canchas de basquetbol, pero venimos a una hora donde casi nadie esté para evitar que nos juntemos con muchos (…) en el Tik-Tok o viendo videos en YouTube la verdad me paso como cuatro horas o cinco y si no veo en Netflix una película, eso nos ha mantenido entretenidos.”

Casos de sobrepeso y obesidad se han visto desmesurados en los últimos días, la falta de actividad física por lo menos implementada de manera obligatoria en los espacios académicos se ha extinguido y de acuerdo con información del Poder Ejecutivo del Estado de México (PEEM), en la población infantil en edad entre cinco y once años, 31.5 % (30.8 % para hombres y 32.3% para mujeres) presenta sobrepeso y obesidad. Tal porcentaje en las zonas urbanas representa 33.8 %, mayor casi 14 puntos porcentuales que en las localidades rurales (20.2%). Estos datos ubican a la entidad como la de mayor prevalencia en el país.

Dicho lo anterior y considerando que uno de los principales aspectos de los cuales pone en mayor riesgo la salud de las personas para padecer un caso grave de COVID-19 es tener una mala alimentación y poca actividad física, por lo que también ha derivado en lo mencionado por la Secretaría de Salud, quien hasta el 8 de junio han registrado 3 mil 392 casos de COVID-19 y 57 defunciones entre menores de edad, es decir, niñas, niños y adolescentes de 15 a 19 años. Ver a la comunidad infantil como inmune es caer en un lamentable error.

Foto: Aranxa Albarrán

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