Leobardo Hernández
Oración por Murillo Karam
Porque tú recordaste sus asesinatos
y no te olvidas del clamor de los pobres
corta las alambradas
y sácame de las puertas de la muerte
[…]
Oh Señor
arroja sobre ellos sus sistemas de terror
¡Que sepan ellos que son hombres y no Dioses!
“Cantaré, Señor, tus maravillas”, Ernesto Cardenal
Camina la Virgen
-mi hijo, ¿dónde está?
-en tronco de cedro
pues él ha muerto ya…
“Pasión”, canción popular
“Ya no vayas a esas cosas, ¿no ves que luego les pegan o los matan?”, me dijo mamá hace casi ocho años, cuando fuimos a protestar frente a la inerme piedra de Palacio de Gobierno, parece que salí en un clip del noticiero junto con mis compañeros y alguien le contó que “andaba en eso”…
No recuerdo exactamente la fecha, fuimos a protestar días después de enterarnos de la terrible noticia: el ejército, o policías, o el crimen organizado desapareció a 43 normalistas. Que si los detuvieron, que si los ejecutaron, que si los trasladaron… Las versiones cambiaron casi cada semana durante mucho tiempo en un proceso que se volvió un mal chiste de la justicia, un juego fatal de esos que el PRI contó durante setenta y seis años y el PAN replicó otros doce.
Por fin, el viernes detuvieron, sin esposas de por medio, ante una mirada resignada, pero serena, al que fraguó esta gran farsa junto con otros funcionarios públicos encargados de “impartir justicia”. Al enterarme no pude sentir otra cosa que no fuera satisfacción, uno de los mayores culpables de la desaparición de 43 jóvenes por fin era detenido, aunque ya muy tarde.
Esa noche también se informó que se libraron órdenes de aprehensión contra mandos militares (inmaculados entonces, impunes, protegidos por el gobierno peñista), autoridades municipales y estatales, 83 en total, que no pueden verse como la conclusión, sino como el inicio de un proceso bloqueado desde 2014 por las autoridades criminales en los tres órdenes de gobierno.
No pude evitar entonces pensar en los casos que no se ven, en los compañeros golpeados por la policía municipal de Toluca, asaltados por estos elementos, vituperados, tratados como delincuentes por el hecho de ser jóvenes. En las autoridades universitarias, de la universidad sea cual sea, que bloquean denuncias de acoso, de los propios compañeros consejeros que disuaden de no denunciar, de órganos administrativos que “sancionan” al acosador o al corrupto “removiéndolo” del cargo para ocupar el mismo en otro campus evadiendo la sanción penal obligatoria, de la colusión vomitiva entre academia y partidos políticos que despiden docentes “incómodos”, porque a esos sí los despiden, a los que cuestionan la función de la institución, no a los que agreden a la comunidad.
Ante la captura de Jesús Murillo Karam, otrora procurador de justicia, es necesario empujar el funcionamiento de autoridades locales e institucionales de todos los organismos para que los ex, o funcionarios criminales en turno sean igualmente llevados ante la ley que juraron cumplir, y traicionaron.
Hoy levanto una oración por Murillo Karam, el mártir delincuente (que el PRI cínicamente se atreve a defender) y no la dirijo a ningún ser más allá de la tierra sino a nosotros: que atendamos este llamado de justicia que debe prevalecer; que tengamos la fuerza de las madres que denuncian y buscan a varones y mujeres en la permanente agonía de la incertidumbre; que exista la voluntad de ir más allá de la queja…
Y que el respetable señor Karam sea el primero de los respetables criminales que purguen condena por estos hechos.
(Foto: Grupo Imagen)
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