Daniel Cortez 

El clima de esta ciudad sigue sombrío, las tardes evocan nostalgia a la vida, que sigue contando cuentos en los rincones de los portales, de algunas plazas que rodean y se adentran a la urbe. Digamos que hablamos de una historia diferente al clima, una, en la cual un par de miradas, un gesto y palabras fueron suficientes para hacer de esté, un relato cálido. Comienza protagonizada por “XX y XY” y a ellos llegó la magia después de unos cuantos cafés y canciones, haciendo de esas tardes Arte. Entonces, se volvieron “E y J” (por llamarlos de algún modo y de forma más directa). 

Sé de buena fuente que no fue algo sencillo, y que entre “¿Quién te dio permiso?” y “Hasta la camisa” estaba la lucha de dos amantes, que, por momentos, llegaron a aferrarse a su libertad, 

pero el hechizo era más fuerte, no había nada más hipnótico que mirarse a los ojos, y saber que la vida era mejor tomados de la mano. El viaje se iba conformando con fábulas y estrellas, de querer y estar, el viaje se iba confirmando con un: “no me iré jamás”. 

¿Y como contar lo que cantaron las canciones después de ello?, si el tiempo se ha encargado de darle la razón al corazón en la sangre de “B y Ch” (por llamarlos de manera más afectiva), que en la enfermedad tendrán el apoyo mutuo donde encontrarán a Dios al unirse en un abrazo, sabiendo que en las buenas y malas ella seguirá siendo “Bella” y él “El rey azul”.  

Por esto, este relato no tiene que ver con el clima amargo de la temporada, tiene que ver con esas constelaciones que están destinadas a encontrarse en este universo, tiene que ver con está, leyenda de dos personas que confiaron en el sentimiento a pesar de haber vivido diferentes senderos para llegar hasta aquí, en el que, un acepto, le dio la legalidad en el papel, pero el amor, hace muchos años hizo de “E y J” una familia.