Daniel Cortez
Llego el momento;
el lugar y la hora anuncian chubascos en el cielo,
no hay nada por hacer en la habitación,
la cama se ha fragmentado en las historias
y no hay nada bueno que contar, más que segundos.
Minutos inconclusos se funden con la intemperie
haciendo de este lugar: un frío suspiro.
Te despides, dices adiós replicando
que no hay culpa en tus labios,
mi tarde nubla la lámpara,
y mi luz, se va buscando otro lugar
en el que mis ojos encuentren brillo.
Así que, si tienes que irte… hazlo,
puedes salir por donde quieras, por la boca,
por la ventana, por el corazón, por…
salte por los ojos y cierra la puerta.
Para decirme adiós no te muerdas los labios,
es más, no te despidas, y ve al lugar en el cual puedas
volver a usar tus alas.
Toma tus cosas: fotos, recuerdos, silencios, “verdades”,
toma tu rumbo, retoma los pasos que llenen tus expectativas,
porque mis dedos dejaran de entrelazarte en mis letras,
y entonces, al final de la noche,
el último trago a tu salud será un silencio,
y mi poema una caricia en tu despedida.
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