2021-05-02-la-onda-plana-camaron-que-se-duerme

La Onda Plana / Camarón que se duerme

Eric Rosas

Hace unos días el Registro Federal de los Estados Unidos de América oficializó la suspensión de la certificación para el camarón de altamar capturado en México, bajo la justificación de que el programa de protección de tortugas marinas que se aplica en nuestro país, ya no cumple con las buenas prácticas que se exigen para la captura del crustáceo en las aguas marítimas estadounidenses.  

Tal suspensión de la certificación implica que las gambas que se obtengan mediante captura en los mares de México no podrán ser importadas por el mercado de Estados Unidos de América, ocasionando con ello una pérdida sustancial al sector pesquero mexicano, que en 2019 vendió 30 mil toneladas de esquilas a nuestro vecino del norte por un monto de 300 millones de dólares estadounidenses. Estas medidas proteccionistas de Washington han sido una práctica común a lo largo de nuestra larga historia de comercio binacional. A veces con razón y otras motivadas sólo por la presión ejercida por productores estadounidenses, las innumerables restricciones a las importaciones desde México han aprovechado invariablemente la fragilidad que tiene nuestro sistema de Metrología, Normalización y Acreditación. 

Si bien en este caso en particular la justificación esgrimida por la administración estadounidense se vuelve un tanto subjetiva, en cuanto a que su acusación señala como causa las deficiencias tanto de la capacitación en el manejo correcto de las redes pesqueras especiales, para que en la captura de los carídeos no se afecten poblaciones en peligro de extinción como lo son las tortugas, así como en la vigilancia que la autoridad mexicana ambiental debería realizar para asegurar el uso correcto de estas herramientas; en otras muchas ocasiones del pasado la aplicación de tales medidas proteccionistas ha utilizado argumentos de índole técnica, como por ejemplo, el hallazgo de restos de sustancias peligrosas o dañinas para la salud de las personas, producto de los químicos que constituyen los fertilizantes. 

Pero incluso en aquellas ocasiones cuando la razón para imponer restricciones al comercio han sido absolutamente objetivas y medibles, nuestro país ha enfrentado serias complicaciones para contrargumentar y aportar pruebas con sólido sustento científico-técnico, debido a que el propio sistema metrológico primario ha quedado limitado en su desarrollo y sus capacidades no han crecido suficientemente en el más reciente cuarto de siglo, para poder estar al nivel que demanda una economía como la nuestra, sobre todo si se reflexiona en que los estándares de calidad de la región económica de Norte América en todos los ámbitos, tienden a constituirse en referencias para otros bloques comerciales del mundo, lo que impone todavía una mayor responsabilidad de México en lo que se refiere a actividades clave como lo son la metrología, la certificación, la acreditación o la evaluación de la conformidad. 

El bloqueo que ahora afecta a los pescadores mexicanos podría ser la punta de lanza para una cascada de restricciones en otros muchos sectores. En el tema laboral estarán fundamentadas en las malas prácticas como el trabajo infantil o el pago de salarios inferiores a los ofrecidos por nuestros socios norteamericanos; en cuestión de energía será la violación a cláusula de nación más favorecida; en materia ambiental se esgrimirá el incumplimiento de acuerdos internacionales; etc. Sin embargo, todas estarán sustentadas en criterios medibles que nuestro sistema metrológico no podrá contrarrestar, pues ha estado dormido por más de 27 años. 

Lo anterior, dicho sin aberraciones. 

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