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Ciencia

Daniel Silva,
un puma en el equipo del ganador del Nobel de Química 2024

Hace dos décadas, mientras trabajaba en un laboratorio de la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM, Daniel Adriano Silva Manzano, egresado de la licenciatura en Investigación Biomédica Básica de la Facultad de Medicina y del doctorado en Ciencias Bioquímicas de esa misma entidad y de la Facultad de Química, no tenía noción de que el evento que iba a suceder le cambiaría la vida, a él y a la humanidad, pues la investigación en el grupo de trabajo del Premio Nobel de Química 2024 David Baker en el que colabora abrirá nuevos horizontes para el diagnóstico y el tratamiento del cáncer, a través del diseño de proteínas por computadora. 

David Baker, recientemente premiado con el Nobel de Química por ser pionero en el diseño de proteínas por computación, había impartido entonces una conferencia en la Facultad de Medicina, y aunque le insistieron para que conociera la grandeza de Ciudad Universitaria, decidió irse al lugar donde se sentía más cómodo: los laboratorios.

Como si fuera obra del destino, Silva Manzano era el único alumno en el laboratorio al que precisamente Baker pidió acceder. Intrigado por lo que hacía ese joven estudiante, el científico estadunidense comenzó a dialogar con él, y tuvieron una conversación que duró horas.

Ese evento encendió una chispa en Daniel Silva, cuyo único objetivo se centró en lograr trabajar con ese investigador que se había dado la oportunidad de interactuar con él. Para lograrlo tuvo una larga travesía académica, pero consiguió su meta, y en los últimos 10 años ha sido una pieza fundamental en el equipo de David Baker.

“Cuando formas parte de un equipo científico que está en la antesala de poder recibir un Premio Nobel es una situación muy incómoda porque estás nervioso. Nosotros sentíamos que este año Baker se llevaría el galardón, y era algo que, honestamente, se merecía desde hace muchos años. Yo puse mi alarma para despertarme a la hora en que inició la premiación, y sentí mucho orgullo por él y todos aquellos que hemos colaborado en su proyecto durante estos años. Era un premio que ya merecía; también se sintió como una forma de visibilizar a todos los que se han dedicado a estudiar las proteínas”, comentó el universitario de 44 años.

Una travesía de conocimiento

Antes de partir a la búsqueda de colaborar con David Baker, Silva escuchó los consejos de sus profesores. Veían potencial en él, pero le manifestaron que necesitaba adquirir un mayor conocimiento, por lo que al terminar su formación en la UNAM emprendió el vuelo a Hong Kong, donde trabajó en química computacional. En su estancia de aproximadamente tres años, Silva Manzano no sólo pulió sus habilidades en el laboratorio, sino que también comenzó a publicar escritos.

Después de meditarlo, se sentía listo para trabajar bajo la batuta de Baker y le escribió. “Tenía el deseo de trabajar con él porque quería aprender sobre el diseño computacional de proteínas y su perspectiva para hacer las preguntas correctas, y luego contestarlas de la manera correcta”.

Aunque pasó bastante tiempo después de su última conversación, Baker se acordó de él, y aunque se mostró contento de que quisiera ingresar a su equipo no le puso las cosas sencillas, ya que le pidió obtener una beca. El científico estadunidense le ayudó en este proceso, y tiempo después Silva Manzano se enteró de que había sido aprobada la solicitud que había enviado, lo cual le abrió las puertas.

Durante esta década de colaboración, Silva Manzano se ha desempeñado como parte importante del equipo, ya que ha diseñado proteínas con funciones terapéuticas y actualmente funge como traductor de ciencia en tecnología, que básicamente es convertir conceptos científicos en productos que se puedan llevar al mercado.

El orgullo de ser puma

En más de una ocasión a Daniel Silva le han reconocido su talento para estudiar las proteínas, y sus colegas le preguntan si es egresado de Harvard o de Stanford. Cuando él responde que es un egresado de la UNAM, las miradas de sorpresa no se hacen esperar; sin embargo, no se siente menos, al contrario, está agradecido con la institución que lo formó y le dio la oportunidad de desarrollar su talento.

“A la UNAM siempre la tengo presente. Me siento orgulloso de haberme graduado ahí. He estado por todo el mundo, en universidades muy prestigiosas, he trabajado en laboratorios increíbles y con científicos muy conocedores, pero nunca me he sentido menos que ellos porque la educación que recibí fue la mejor. La UNAM no le pide nada a otros institutos educativos; tiene investigadores de primer nivel y amor por el conocimiento. Siempre agradeceré las puertas de conocimiento que me abrieron”.


Monod Bio, su empresa

Si bien ser parte del equipo de David Baker es un orgullo, hace dos años Silva Manzano, junto con Alfredo Quijano y el mismo Baker, cofundaron la empresa Monod Bio.

Esta empresa es derivada del Laboratorio Baker del Instituto de Diseño de Proteínas de la Universidad de Washington, y se ha enfocado en diseñar proteínas de novo impulsadas por inteligencia artificial para crear herramientas RUO e IVD, que se utilizan en laboratorios clínicos y para la investigación biomédica, con el objetivo de que sean más rápidas, más económicas y más efectivas que las soluciones actuales.

“Fuimos cimentando las bases de esta empresa en 2017 en el laboratorio de David Baker. Cuando empezamos a convertirnos en maestros de construir proteínas en la computadora que fueran capaces de tener esta capacidad de unión, eso nos dio las herramientas para inventar terapéuticos completamente diseñados en la computadora, e incluso creamos la primera proteína con potencial terapéutico de novo, Neo-2/15, que llegó a la clínica para pruebas clínicas contra cáncer.

Ahora, en Monod, desde 2021, nuestro foco de atención se ha centrado en crear proteínas como herramientas de investigación y para diagnósticos de la salud de siguiente generación, con el fin de que los investigadores puedan utilizarlas para correr sus ensayos científicos”, dijo.

Un descubrimiento importante

El trabajo por el que fue premiado David Baker el pasado miércoles 9 de octubre con el Premio Nobel de Química tendrá repercusiones importantes, comentó el egresado de las facultades de Medicina y de Química.

Explicó que, al ser las “herramientas químicas” más ingeniosas de la naturaleza, era necesario comprender mejor la funcionalidad de las proteínas. Al entenderlas, se podrían desarrollar nuevas proteínas con estructuras únicas, diseñadas para resolver problemas específicos.

“En 2003 el equipo de David Baker desarrolló la primera proteína completamente diseñada en computadora, Top-7, no tenía ninguna función, pero demostró que el sueño de diseñar proteínas completamente nuevas ya estaba a nuestro alcance. Aunque es una cuestión que se piensa muy básica, tratar de entender cómo funcionaban las secuencias que provocan que se plieguen era algo que no podíamos resolver, y tomó cincuenta años encontrarle una respuesta”, indicó.

Y agregó: “Lo que hemos hecho nos va a ayudar a hacer muchísimas cosas de una manera progresiva, pero todas para mejorar la humanidad. Servirá para hacer medicinas, mejores diagnósticos y tener mejores herramientas para la investigación. Probablemente vamos a empezar a sentir los efectos de este descubrimiento en unos años, y el estudio de las proteínas seguramente será un área que se va a expandir de manera exponencial ahora que es accesible para todos los grupos de investigación en el mundo, y esto solo seguirá acelerándose y abriendo nuevas puertas para que la ciencia avance y generar aplicaciones que beneficien a la humanidad”. (Redacción)

Fotos e imagen: UNAM.



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