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Política

Tiempo de mujeres
Presidenta, con ‘a’

Ana María López 

La certeza de estar viendo pasar la historia, esa extraña sensación que se respira en el ambiente de este país desde el pasado 2 de junio, cuando Claudia Sheinbaum Pardo obtuvo los 36 millones de votos con los que ganó la elección a la presidencia. La primera mujer en ese cargo en 200 años de vida independiente de México.  

 Esa misma sensación tomó fuerza nuevamente el 15 de agosto, cuando Claudia Sheinbaum se convirtió, ahora sí oficialmente, en la primera presidenta electa de México, en un acto que desde hace tres décadas tiene lugar cada seis años en el recinto de Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación: la entrega de la constancia de mayoría.

 Llegó el día, luego de poco más de dos meses de espera mientras el Instituto Nacional Electoral contaba los votos y resolvía las impugnaciones presentadas por la oposición, impugnaciones que llegaron también al Tribunal Electoral y que este resolvió, igualmente, de manera contraria a las intenciones de la derecha de que la elección se anulara.

La carga histórica

Antes de Claudia Sheinbaum, 65 hombres gobernaron el país; 65 presidentes y una presidenta, en dos siglos. Ello explica la carga histórica del momento y de los mensajes de la presidenta dirigidos a las mexicanas, condensados en cinco palabras: “no llego sola, llegamos todas”. 

 Han pasado 70 años desde la primera vez que las mujeres mexicanas ejercieron su derecho a votar y a ser votadas y más de 100 desde que Laureana Wright y Mateana Murguía sembraron en México las ideas sufragistas y de que Hermila Galindo, Artemisa Sáenz y otras pioneras publicaron artículos sobre la importancia del voto femenino. Las ancestras, les dice la presidenta, cuando recuerda que asumirá el cargo nutrida de la fuerza que proviene de ellas y de nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras hijas y nuestras nietas.

 Ese medio día, entre cientos de invitados a la sesión solemne, dos mujeres-leyenda de la izquierda la acompañaban: la escritora Elena Poniatowska y la economista Ifigenia Martínez, protagonista de otro momento histórico, cuando en 1987, con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, impulsó la corriente democrática que se desprendió del Partido Revolucionario Institucional para formar el Frente Democrático Nacional.

 Ifigenia Martínez tendrá, el 1 de octubre próximo, un segundo turno en esto de hacer historia. Ella, la mujer por la que Claudia Sheinbaum votó el 2 de junio, le colocará la banda presidencial a la jefa del Ejecutivo, en el que será el momento histórico más histórico de todos.

Adiós, techo de cristal

En la lista de las mujeres primeras en algo también está Mónica Soto Fregoso, magistrada presidenta del Tribunal Electoral, quien abrió así su discurso: “Hoy, 15 de agosto de 2024, en esta sesión solemne, me dirijo, con profundo patriotismo a la nación mexicana, sabedora de que este acto quedará registrado en la historia de la democracia mexicana, para decirles: México ha roto el techo de cristal”. Roto, en mil pedazos.

 A la presidenta le dijo que “con su llegada a titularidad del Poder Ejecutivo, México le quita el velo al patriarcado. Nunca más la duda de si una mujer está preparada para gobernar nuestro país. Se eligió democráticamente a la primera presidenta de México, y con ello este capítulo se inscribe en la historia no solo de nuestro país, sino de la lucha feminista global”.

 Como Mónica Soto lo expuso, Claudia Sheinbaum se suma a la lista de las 26 jefas de Estado y de gobierno en el mundo (apenas 13% de los titulares de 195 países reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas), cinco de ellas en América Latina y el Caribe. “Su mandato —le dijo— encarna muchas expectativas para los casi 130 millones de mexicanas y mexicanos, también ofrece una cálida sensación de sororidad de que ejercerá su función con perspectiva violeta, en beneficio de la igualdad de nuestra amada nación”.

 Ahí, en un mensaje sobrio y preciso, como suelen ser sus discursos, la presidenta electa subrayó su compromisos de seguir construyendo un México libre, de bienestar, de derechos, en paz, fraterno, independiente, soberano, democrático y justo; un México libre.

 Dijo que “la libertad por la que votó la mayoría es la que puede ejercerse a plenitud en un régimen democrático y basado en lo derechos de las personas”, y que “seguiremos construyendo paz con justicia; justicia social, ambiental, para las mujeres, para todas las personas, y justicia igual para el pobre que para el rico. Un verdadero sistema de justicia, que sea igual para todas y para todos”. “Nadie debe temer a nada; al contrario, el futuro es promisorio”.



La fiesta

Más tarde y lejos de la solemnidad del tribunal, una cálida fiesta esperaba a Claudia Sheinbaum en el Teatro Metropolitan de la Ciudad de México. Más de 3 mil morenistas celebraron con ella la ‘victoria de pueblo de México’, como se denominó el evento, donde habló de por qué nunca se deslindará del presidente Andrés Manuel López Obrador, hizo un recuento de la lucha de su partido hasta ganar los cargos que ahora detentan sus integrantes, recordó los privilegios que en gobiernos anteriores mantenía la clase política y empresarial y las condiciones de explotación de las y los trabajadores, y, sobre todo, amplió y profundizó su mensaje para las mujeres.

 Reiteró que la llegada de la primera mujer presidenta no es un triunfo individual. “El pueblo de México —dijo— tomó la decisión de que continuara la transformación y que fuera tiempo de mujeres”.

 Comenzó así el recuento de las heroínas, referentes históricas que llegan, con todas, a este momento, como Leona Vicario, ideóloga independentista; Josefa Ortiz, quien definió los tiempos que marcaron la primera transformación; las chinacas, que defendieron a la patria; las obreras, pioneras de la exigencia de los derechos laborales frente a al dictadura de Porfirio Díaz; Dolores Jiménez y Juana Gutiérrez, precursoras intelectuales de la revolución; Elvia Carrillo Puerto, Hermila Galindo, Refugio García, Consuelo Uranga y Esther Chapa, que con la tercera transformación, la Revolución Mexicana, lucharon por el reconocimiento del derecho a votar, a la educación, al divorcio y a la salud; Sor Juana Inés de la Cruz, Frida Kahlo y Rosario Castellanos.

 “También llegan las invisibles, que con estas líneas hago visibles —continúo. Hago aparecer a quienes quisieron desaparecer: llegan las que lucharon por su sueño y lo lograron; las que lucharon y no lo lograron; llegan las que pudieron sacar la voz y las que no lo hicieron; las que han tenido que callar y luego gritaron a solas; las más marginadas; llegan las abuelas, las bisabuelas que no aprendieron a leer y a escribir porque la escuela no era para niñas; llegan nuestras tías que encontraron en su soledad la manera de ser fuertes; llegan nuestras madres que nos dieron la vida y después volvieron a dárnoslo todo; llegan nuestras hermanas, nuestras compañeras, nuestras amigas, las mujeres anónimas, las heroínas anónimas que desde su hogar, las calles o sus lugares de trabajo lucharon por ver este momento. Y con todas ellas, llegan también nuestros agrandes anhelos que no son solo para las mujeres. Las mujeres tenemos el anhelo de la justicia y la libertad para el pueblo de México”.

 “Sin ustedes —subrayó— sin su lucha pública o privada, silenciosa o en voz alta, simplemente este momento ni hubiera sido posible.“

Misoginia

Claudia Sheinbaum señaló que tuvieron que pasar 200 años para que las y los mexicanos pudiéramos decir ‘presidenta’, así que en sus dos mensajes del 15 de agosto pidió, ya que las mujeres podemos ser presidentas, que se diga presidenta, con ‘a’, “porque lo que se nombra existe, y hoy con mucho orgullo podemos reivindicarlo”.

 Lo dijo primero en la recepción de la constancia de mayoría que le entregó otra presidenta, con ‘a’, Mónica Soto, quien encabezó a las magistradas y magistrados que avalaron los resultados de la elección organizada por el Instituto Nacional Electoral, el cual también tiene una presidenta, con ‘a’, Guadalupe Taddei Zavala.

 “Sorprende que ante la realidad de la presencia creciente de las mujeres en la vida pública se les regatee el ser nombradas como corresponde, con ‘a’. Misoginia pura“

 oculta tras el falso argumento de que “están destruyendo nuestro idioma”, el cual omite intencionalmente lo que la misma Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española, instancias que se atribuyen la autoridad para normar el uso de la lengua, explican en el Diccionario panhispánico de dudas: “el uso mayoritario ha consolidado ya hoy el femenino específico presidenta, documentado en español desde finales del siglo XV y único que se recomienda usar en la actualidad”.

  Misoginia pura, que claramente enfrentará la presidenta Claudia Sheinbaum y otras mujeres de su gobierno, como un agregado a la crítica feroz que la 4T concita. No solo se le descalificará por su actuación como gobernante, sino también por ser mujer.

 Pero, como sea, es tiempo de mujeres. Y ya no habrá marcha atrás.

Fotos: Especial Acta Semanal.



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