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Opinión

Oquetza, camino a la raíz


52

 

Carla Valdespino Vargas

 

Los Nemontemi han terminado. El sol está a punto de salir. La gente ha destruido todos los utensilios de casa, sus pertenencias y las imágenes de los dioses. La ciudad se encuentra en completa oscuridad. La incertidumbre invade los corazones, no se sabe si los tzitzimime se aparecerán para devorar todo a su paso. Los sacerdotes han comenzado el ritual de Toxiuhmilpilia con la peregrinación hacia Huizachtepetl (Cerro de la Estrella) donde encenderán el Fuego Nuevo, luz que alumbrará los templos y casas de todo Tenochtitlan; luz que proviene de las cincuenta y dos cañas ardiendo… del atado de años, llamado xiuhmolpilli.

            Un tiempo ha muerto, pero otro está por iniciar. Es el renacimiento del mundo. Han transcurrido 18 980 días desde la última vez que este ritual ocurrió. 52 años. El inicio y el fin de un ciclo. La coincidencia de los dos calendarios más importantes del pensamiento mesoamericano: Xiuhpohualli (360 días + Nemontemi) y Tonalpohualli (260 días). 

            La Lámina 34 del Códice Borbónico muestra claramente el desarrollo de este ritual, donde cuatro sacerdotes atan 52 cañas, simbolizando los años del ciclo que ha terminado; son las exequias del tiempo y la esperanza del amanecer. Las Láminas X, XV y XIX de la Tira de la Peregrinación indican el lugar y fecha en las que se realizó el encendido del Fuego Nuevo antes de que los mexicas fundaran la Gran Tenochtitlan. 

            No solo los códices dan cuenta este ritual, también es posible encontrar altares, esculturas y pinturas murales que nos recuerdan este momento tan importante cuyo significado estaba vinculado con la renovación del tiempo.

            En el Museo Nacional de Antropología e Historia es posible admirar una de estas piezas. Desgraciadamente, pasa desapercibida en muchas ocasiones, ya que un gran número de visitantes centra su mirada en la Piedra del Sol y en la Coatlicue. En nuestro próximo recorrido por la Sala Mexica del MNAH vayamos a ver la escultura del Xiuhmolpilli, la cual se encuentra prácticamente enfrente del gran penacho de Moctezuma. 

            Y bueno, quizá ustedes se pregunten hacia dónde vamos con todo esto del atado de años y del fin-inicio de un ciclo, de la renovación del tiempo. Ah, pues muy sencillo: esta entrega es la número 52, esto es, ha pasado un año solar de Oquetza. Si bien no hay coincidencia entre el Xiuhpohualli y el Tonalpohualli, no vamos a prender el Fuego Nuevo, nadie está con la incertidumbre de los tzitzimime y nadie destruyó sus utensilios, sí hay una coincidencia del numeral 52 y también estamos frente al fin-inicio.

 

Foto: INAH.

 

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