Gabriela Landetta
“El cuidado implica muchas cosas: a la infancia, a los adultos mayores, a las personas con discapacidad, a las mascotas. Entonces ahí hay una carga invisible, pero que si no se hiciera la vida no arrancaría”. De esta manera, la doctora Concepción Arroyo, investigadora de la Universidad del Estado de Durango, se refirió al amplio concepto que implica el término “cuidados”.
Tal definición la compartió en el marco de su participación en el Seminario Internacional de Igualdades y Políticas Públicas, que organizó El Colegio Mexiquense, A.C., en coordinación con el Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE, a través de la Red Internacional de Estudios sobre Desigualdades y Políticas Públicas.
“El cuidado es como poner esa actividad en el centro del mundo y en el centro de la vida, porque tiene que ver con la reproducción social, el mantenimiento de la vida, que sin vida no hay economía, no hay capital, no hay producción, etcétera. Esta visión —agregó— tiene que ver con el enfoque que lanzaron las feministas en los años setenta”.
De manera más sencilla, la especialista, quien también ha cumplido el rol de cuidadora, menciona que son varias las ideas que se han ido recogiendo a lo largo del tiempo acerca de lo que implica el cuidado, pero señaló que, en términos más simples, este vocablo implica “ocuparse de..., estar al pendiente de..., ser responsable de...”.
Más de 4 millones requieren cuidados
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, en el Estado de México las poblaciones prioritarias que requieren de algún tipo de cuidados son las personas en primera infancia, las mayores de 65 años o más y aquellas con alguna discapacidad.
En ese contexto, se específica que en el primer grupo están los menores de cero a cinco años que, de acuerdo con el censo, en 2020 eran un millón 588 mil 744 infantes; posteriormente están los adultos mayores con discapacidad, limitación o con algún problema o condición mental de 65 años o más, y que suman 707 mil 148 individuos.
Finalmente se hace referencia a quienes tienen alguna condición de discapacidad que pueden ser de cualquier edad. Hasta el 2020 se contabilizaron más de 2 millones de mexiquenses en esa situación, lo que representó el 12.23 por ciento de la población que requiere de cuidados especiales.
De acuerdo con los datos del INEGI, 64 mil 859 niños entre cero y cuatro años enfrentaban esa situación, al igual que otros 88 mil 329 menores de entre cinco y nueve años de edad. Esto significa que más de 153 mil mujeres no solo cumplen con el rol de madres, sino que, además, son madres cuidadoras de sus hijos con discapacidad.
Carga desigual
“Las mujeres del Estado de México dedican en promedio 62.4 horas a la semana —a labores del hogar—, mientras que los hombres 54 horas. La brecha por sexo observada es evidencia de cómo las mujeres son las principales encargadas de las tareas de cuidado y de que esta carga no disminuye, a pesar de tener un trabajo remunerado”.
Así lo destaca el diagnóstico y propuesta de ruta crítica para sentar las bases de un Sistema Integral de Cuidados, elaborado por la Secretaría de las Mujeres con la colaboración del Instituto de Administración Pública del Estado de México, presentado el año pasado, todavía durante el gobierno de Alfredo del Mazo.
Para el Frente de Mujeres Organizadas de Toluca, esa situación es una muestra más de violencia contra las mujeres, quienes al dedicarse a los cuidados de terceras personas descuidan su crecimiento personal y profesional, aunado a que en general tienen menos acceso a empleos dignos.
A eso se suma una carga desigual del trabajo doméstico y de cuidados: “La atadura de las mujeres a las tareas del hogar continúa siendo un rol de género que impide a muchas la posibilidad de estudiar, tener un empleo remunerado o participar en actividades de su comunidad”, señala la organización, que, a su vez hace referencia a datos del Instituto Nacional de las Mujeres: “El trabajo doméstico y de cuidados aportó 27.6 por ciento del Producto Interno Bruto en 2020, lo que representó 6.6 billones de pesos”.
Pero además de las desigualdades económicas y de que deben ocupar su tiempo en atender a uno o más integrantes de su familia, las mujeres cuidadoras, y especialmente las que son madres, también deben enfrentar la discriminación de la sociedad y, en caso de trabajar fuera de casa, la falta de comprensión de jefes y compañeros.
Al respecto, la abogada Juana María Lara Peña dice que a la sociedad le falta mucho por avanzar en la empatía con esos casos y, sobre todo, entender que, por ejemplo, si un niño o adulto presenta una condición de discapacidad o algún síndrome no se les debe ver “raro” sino tratarlos con normalidad.
Por otra parte, señala que las madres trabajadoras que también sean cuidadoras y que por algún motivo sean hostigadas en sus centros de trabajo, pueden presentar por ese motivo una denuncia ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México.
La vida de Laura y Luis
Tal es el caso de “Laura”, una joven madre con un pequeño de cinco años diagnosticado con síndrome de West —caracterizado por crisis convulsivas de difícil control— desde que tenía tres meses de edad, además de otros problemas de salud, como el haber tenido neumonía e hipertensión pulmonar al año tres meses, razón por la cual “Luis” es dependiente del oxígeno.
“Siempre he dicho que sobrevivir económicamente siendo madre soltera es difícil, pero sobrevivir económicamente siendo madre soltera de un hijo con discapacidad es literalmente imposible, no en una sociedad y sistema que no está diseñado para personas tan vulnerables como nosotras, y no es que uno no tenga ganas de trabajar, sino que faltan oportunidades y falta empatía en el tema”.
Así lo escribió Laura —nombre ficticio para proteger su identidad— en el blog donde con frecuencia comparte pormenores de los avances de Luisito y de su día a día entre tratamientos, terapias y rehabilitaciones, y del que, con su autorización, reproducimos algunos fragmentos.
Sin embargo, hace un par de días su texto tuvo un tono diferente: “Queridos seguidores: El día de hoy no vengo con mensajes alentadores como usualmente lo hago. En esta ocasión vengo a exponer una situación de vida en la cual estoy segura, no solamente me aqueja mí, sino también a muchas madres cuidadoras de una persona con discapacidad o una enfermedad crónico-degenerativa”.
Pesadilla
Y así comenzó a narrar la pesadilla que vivió cuando en su trabajo —una dependencia del gobierno del estado de México—, por intrigas y falsedades de terceros le cancelaron de golpe la comisión que tenía autorizada desde hace más de dos años para realizar su trabajo desde casa, a fin de poder cuidar a su pequeño hijo y llevarlo a sus tratamientos.
“Realizaba exactamente las mismas actividades que los demás, con la única diferencia de que no estaba físicamente en una oficina, pero siempre brindé resultados de mi trabajo en tiempo y forma. Con una serie de irregularidades, mentiras e intimidaciones me hicieron firmar el término de mi comisión, y escoltada me llevaron de una oficina a otra para ponerme a “disposición”, denunció al referirse al trato humillante que aparte le dieron, cual si fuera una delincuente.
“He intentado regresar a mi oficina pasada y me niegan la entrada, ni por teléfono [me atienden]; tampoco me dan citas para hablar con el titular de la unidad. Situación completamente injusta y llena de irregularidades”.
Lo peor es que en el área a la cual la cambiaron ya no puede realizar su trabajo a distancia y, por tanto, ya no puede estar al pendiente de Luis y debe encargarlo a su madre o una hermana, pero ellas no siempre pueden cuidarlo.
“Lo cual hace preguntarme, ¿cuánto tiempo podré continuar trabajando sin descuidar a Luis? Al mismo tiempo me pregunto, y si no trabajo, ¿cómo es que va a subsistir con tantos gastos que hay en sus terapias, medicamentos, más todo lo del día a día?”
“Yo soy el sustento de mi propio hogar —prosigue— y yo soy el sustento de mi hijo, su calidad de vida, literalmente depende de mis cuidados y del dinero que invierta yo en él, por duro que suena decirlo”. Es por ello que “Laura” busca el apoyo de la gobernadora Delfina Gómez Álvarez, a quien le escribió una carta en la cual le da detalles de su situación:
“Es por ese motivo que considero que la única opción que tengo ante tal injusticia, es recurrir a Usted para que sea tan amable de intervenir en mi caso, dado que a todas luces se trató de un acto injustificado. Lo único que busco es continuar con el desempeño de mis labores profesionales en un área donde se me permita trabajar en casa como lo había hecho desde hace ya dos años”.
Así lo destaca en el documento que compartió con Acta Semanal, a fin de difundir su caso, ya que puede ser el mismo por el que atraviesen miles de mujeres que también son madres cuidadoras.
“Quién no vive esto en carne propia, posiblemente jamás podrá entender al cien todo lo que implica, en todo lo que hay que pensar y toda la carga física y emocional que lleva una sola persona. Sé que muchas mujeres se encuentran en la misma situación que yo, sabiendo que es cuestión del tiempo que te corran de un trabajo por faltas, o simplemente no te brinden la oportunidad cuando mencionas que eres cuidadora de tiempo completo”, concluye “Laura” en su blog.
Sobre este caso y otros similares de los que, a decir de la abogada en materia civil Juana María Lara Peña, “hay muchos”, aunque no dio cifras, señaló que, en caso de pertenecer a una instancia del gobierno estatal, a través de Trabajo Social del Issemym podría solicitar una constancia permanente de cuidados de su hijo, a fin de que le den facilidades para que pueda atender a su pequeño en situación vulnerable.
“Aquí la falta de empatía de los jefes está muy marcada, se puede mencionar como discriminación, y ella tiene que acudir a todas las instancias, como Derechos Humanos, para denunciar la situación”, destaca sobre el caso de “Laura”, que es tan sólo un ejemplo de miles que puede haber y que no salen a la luz pública, pero sí tienen un efecto negativo en las vidas de esas mujeres que por presiones de sus jefes y por incomprensión social terminan renunciando a sus trabajos para poder cuidar, muchas veces solas, a quien tengan bajo su responsabilidad.
Fotos: Especial Acta Semanal.
Sección: Sociedad |
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