Ana María López
Ana Francis Mor, diputada plurinominal en el Congreso de la Ciudad de México, ha tenido por años una importante presencia en la vida pública del país más allá del puesto de representación que hoy ocupa, y ello debido a su trayectoria, de muchas maneras también política, como escritora, directora de teatro, actriz, cabaretera, Reina Chula (con Nora Huerta, Cecilia Sotres y Marisol Gasé), feminista y activista por los derechos de la comunidad LGBTTTIQ+.
Elocuente defensora de la Cuarta Transformación en “La mesa del más allá” de los viernes en el noticiario de Julio Astillero en Youtube, junto con los músicos Horacio Franco y Fernando Rivera Calderón, así como en otros espacios y foros, Ana Francis Mor conversa con Acta Semanal para compartir sus impresiones sobre el panorama que se abre para México con la llegada de la primera mujer, y mujer de izquierda, a la presidencia de la república, y los retos que tendrán Claudia Sheinbaum, los movimientos feministas y todas las mujeres “en la construcción colectiva de un mundo distinto”.
¿Qué significado tiene este hecho para las mexicanas?
Significa mucha alegría, mucha expectativa, sin duda, esta toma de conciencia de la que estamos siendo parte. Hay una frase que dice constantemente Claudia Sheinbaum: “No llego yo, llegamos todas”, que es una variación de frases que hemos dicho en los movimientos feministas desde hace mucho tiempo: somos todas, estamos todas, esto no es de protagonismo, que es algo que hemos venido construyendo y que no es de dientes para afuera. Estamos hablando de una construcción colectiva de un mundo distinto.
Desde mi perspectiva, el feminismo es la revolución pacífica más importante y más transgresora, que viene ocurriendo despacito, despacito, pero ni tan despacito en los últimos 200 años.
Es una revolución que se sigue transformando a sí misma, que se sigue cuestionando a sí misma, y que ahora nos permite justamente tener esta posibilidad en México.
La llegada masiva de mujeres al poder es importante, pero no es suficiente. Es importante la llegada de mujeres con una agenda de izquierda, humanista, y en ese sentido el contraste es muy interesante de cómo México tiene la oportunidad de poner el ejemplo no solamente a nivel regional, que lo ha estado poniendo a nivel de Norteamérica. Es increíble que mucha democracia en el norte, pero no les alcanza para más allá de 27% de paridad en sus legislaturas ni para tener a una mujer en la presidencia, porque sí es duro, es fuerte, es importante, es muy retador para las formas de la política, de la democracia, para las formas de construcción del Estado como las hemos entendido hasta ahora, es interesante, que dejen pasar a las mujeres. Y aquí Claudia viene en un momento y acompañada de un movimiento muy paritario.
Se dice que las mujeres, al llegar a puestos de decisión, marcan una diferencia en cuánto a la forma de hacer las cosas respecto a los hombres, ¿usted lo cree así?
Sí, totalmente. Creo que también tiene que ver con un asunto de llegar en bola. Eso me parece importante, porque no es lo mismo llegar a una mesa de discusión en donde están puros señores, tú eres la única, son las 7 de la noche y hay alcohol, quién sabe cómo vas a decir tu opinión, cómo vas a discutir, cómo vas a manifestar lo que piensas, lo que sientes, etcétera.
Sin embargo, si la mesa ocurre a las 12 del día, la mitad de las que están ahí son mujeres y todo mundo estamos tomando café, pues el equilibrio es otro, el espacio de seguridad es otro. Entonces, una vivencia, por ejemplo, en el Congreso de la Ciudad de México es que seguramente hubo discusiones que se siguieron dando en la cantina, pero ya no la mayor parte, sino en el salón de la Junta de Coordinación Política y con un refresquito, y eso marca una diferencia súper importante.
Perdón por ser tan insistente con el asunto del alcohol, pero el asunto del alcohol ha estado culturalmente muy asociado a una masculinidad tóxica, a la violencia, y sí es interesante cómo ir destejiendo esas costumbres e ir construyendo de otra forma.
Otra cosa que observamos en el caso mexicano es que ya todo el mundo habla del sistema público de cuidados; hace tres o cuatro años era una idea que apenas empezamos a decir ¿y eso qué es?, y ahorita se nos hace algo que es obvio, evidente, que tiene que estar y que tiene que ser.
Y es my interesante, porque eso significa que empezamos a entender que el cuidado es un derecho, no una responsabilidad de tu mamá. Entonces, si es un derecho, le toca garantizarlo al Estado y nos toca a la sociedad, al pueblo, al gobierno y a la iniciativa privada el propugnarlo.
Este seguirá siendo un país donde el machismo prevalece, y la misma Claudia Sheinbaum, como candidata y como presidenta electa, ha sido blanco de ataques misóginos en un discurso persistente de parte de la derecha…
Yo te diría que a lo mejor México no es un país machista, sino México es un país que tiene una derecha, que es minoría, y es una derecha profundamente machista, pero, de entrada, la mayor parte de la población votó por Claudia Sheinbaum, y de esa mayoría fueron más hombres que mujeres. Me parece que eso debe llevar a un análisis más profundo, pero creo que una señal que nos puede dar es que también hay muchísimos hombres hartos del patriarcado y que no tienen ningún problema en compartir los espacios de poder, y que también están ávidos de un entendimiento de la política mucho más igualitario, más protector y más cuidadoso también para ellos.
Yo no sé si valdría la pena decir que México es un país machista o que México no es un país machista, sino que tiene partes machistas, entre ellas la derecha mexicana.
¿Cuáles serán los retos para Claudia Sheinbaum como presidenta de México?
Conservar los equilibrios y ser una buena concertista en términos de manejar las distintas mayorías. Hay también un Congreso poderoso, mayoritario; entonces, el cómo ir contribuyendo a que esa orquesta también jale chido y a que esa orquesta no traicione al movimiento. Lo mismo pasa un poco con el gabinete. Es decir, si bien el Legislativo es el otro poder, el poder que tiene toda la interlocución con el Ejecutivo, ¿cómo se tiene esa interlocución, cómo se va tejiendo la política para que sigamos en esta renuncia de las formas patriarcales? La cuarta transformación también es la renuncia a las formas patriarcales. La propia propuesta electoral de la doctora Sheinbaum de renunciar a la reelección también es una renuncia a las formas patriarcales.
En ese tránsito es seguir tejiendo. Me parece que es el principal reto, y saber, que luego no es tan claro, cuándo hay chantajes de la derecha y cuándo hay contrapesos reales y cómo ir manejando esos chantajes, esos golpes, esos equilibrios, porque al fin y al cabo votamos con muchísima conciencia. No solamente votamos sabiendo quién era la persona a la que estábamos eligiendo, sino sabiendo perfectamente cuál es el proyecto. Nos lo contó hasta el cansancio, no hay nada escondido.
Y el Plan C, qué te digo. Por eso votamos el Plan C, para que se haga. Claro, en los cómos está el detalle. Pero digamos que no es sorpresa que genere mucha expectativa, mucha esperanza. La verdad es que la mía es una esperanza muy razonada. La doctora Sheinbaum me parece una mujer extremada y extraordinariamente trabajadora, ordenada, inteligente, que tiene unas formas bastante suaves, serenas, justamente para tejer la política, pero bastante estrictas. Creo que veremos mucho orden, lo cual me hace ilusión, porque buena parte del problema del neoliberalismo es que es un gran desorden.
¿Qué opina del desprecio de la derecha hacia el pueblo, hacia las decisiones de la gente y la necesidad de estar sistemáticamente mintiendo?
Lo veo fatal, pero también creo que ya hay que dejar de hablar de ellos, porque ni son tanos ni son tan poderosos. Más bien, hay que empezar a hablar con una oposición real. Ojalá exista. Ojalá, Movimiento Ciudadano se supere a sí mismo con respecto a lo que hicieron en el sexenio que termina y sea una buena oposición con la que se pueda dialogar, no que esté de acuerdo en todo, sino que tenga razonamiento, y entonces va a ser interesante.
La verdad es que de la otra parte de los delincuentes matraqueros estos, yo creo que ya hay que dejar de hablar, porque además es bastante aburrido. Ya dijeron lo que tenían que decir, ya ni siquiera dan risa, ya la neta son absolutamente irrelevantes, discursiva, ideológica y políticamente. Y la realidad los sigue y los seguirá poniendo en su lugar.
Se da una coyuntura interesante en la Megalópolis, con cuatro mujeres de Morena encabezando la Presidencia, la Ciudad de México y los estados de México y Morelos. ¿Qué expectativas puede tener el Valle de México?
Me parece que podríamos esperar una interlocución que puede ir construyendo por primera vez un entendimiento metropolitano, y en ese sentido hay cosas que son absolutamente necesarias, como el entendimiento necesario para hacer frente al problema de la inseguridad, que creo que ha venido ocurriendo; es decir, hubo buenas estrategias entre el estado de México y la Ciudad de México, la Policía, la Fiscalía, etcétera, han hecho trabajos conjuntos y no ha estado mal, y creo que eso puede mejorar de forma considerable. Y qué decir con el apoyo de la Presidencia. Las interlocuciones y los trabajos colectivos nos hacen muy bien a todo el mundo.
Ana Francis Mor concluye con un señalamiento: “Se vienen tiempos muy interesantes”; con una advertencia: “Hay que estar muy pendientes, muy críticamente pendientes”, y con las preguntas que deben hacerse los movimientos feministas: “¿Cómo vamos a acompañar a estas mujeres? ¿Cómo se ve la sororidad desde un lugar crítico? No creo que haya que perder la crítica —subraya—, creo que hay que ganar mucho en sororidad. ¿Y eso cómo es? No lo sabemos. Es la primera vez que estamos en un escenario así. Creo que hay que tenernos paciencia y, al mismo tiempo, entrarle”.
Fotos: Cortesía Ana Francis Mor.
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