Estefanía Antonio
La educación sexual en México se incluyó en los programas de educación básica desde 1974, siendo este acontecimiento pionero en América Latina. Sin embargo, aún con el paso de los años, la información integrada en los libros de texto se ha mantenido casi de la misma manera: dirigida solamente para la prevención de embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, lo cual ha generado que, tan solo al 52% de la población adulta mexicana, relacione la sexualidad con el placer.
“En México, sobre todo en las escuelas, la educación sexual se enfoca a la prevención de embarazos no deseados o ITS, lo que simplifica una vasta temática, en la que también es importante resaltar aspectos como el consenso, el autoconocimiento y el placer para vivir una vida sexual saludable, plena y propia”, comentó Karimme Reyes, sexóloga de la plataforma de educación y juguetes sexuales Platanomelón.
Es así como, de acuerdo con un estudio sobre percepción de la educación y placer sexual realizado por Platanomelón, se obtuvo que solo el 52% de las personas mexicanas relacionan la sexualidad con el placer, un 82% dijeron no haber recibido la suficiente educación sexual en las escuelas y sólo un pequeño 6% mencionó que les dijeron sí podían vivir su sexualidad libre y responsablemente.
“La falta de información está acompañada de una negación de la importancia del placer sexual: no nos educan en el placer; además, los resultados de esta encuesta sugieren que la primera experiencia sexual es mucho más que solo una etapa en la vida, y que ésta puede tener implicaciones en el bienestar sexual general de las personas”, señaló Karimme.
Pero ¿por qué la educación sexual tradicional niega el placer?
Para conocer la relación entre el placer y la sexualidad, el maestro en filosofía Adán Ángeles Jaramillo, explicó que las razones por las que el placer está en el último escalón dentro de la educación sexual en México tienen que ver con la cultura, la religión y el modelo capitalista.
“La primera generación de educación sexual aparece básicamente como una explicación de la religión cristiana-católica, de cómo funcionarían los órganos y las consecuencias morales de abusar de eso, pero no es una educación sexual, sino una orientación de cómo se tiene que usar el cuerpo”, explicó.
Adán Ángeles recordó que, cuando la educación sexual empezó, lo hizo básicamente con un adoctrinamiento que ni siquiera tiene que ver con la educación sexual, sino con una reafirmación secular de los valores cristianos.
“A partir de la aparición de la cultura del cristianismo se empieza a negar al cuerpo y, por tanto, se reivindica la sustitución de la voluntad propia por la voluntad divina […] lo que se va a premiar es un sacrificio constante del cuerpo donde se niegan los placeres corporales y se reafirma una especie de puritanismo”
Por otra parte, mencionó que no solo los valores religiosos han influido en la negación del placer, sino también el modelo económico que observa el hedonismo (doctrina ética que identifica el bien con el placer), como un obstáculo para la productividad.
“El ascetismo (doctrina filosófica o religiosa que busca purificar el espíritu por medio de la negación de los placeres) favorece la productividad y después, esto es usado para justificar que el placer nos distrae del tiempo productivo y el tiempo productivo se traduce en términos monetarios”.
Es decir, dentro de dicha filosofía, entre mayor placer se tenga, menor será la productividad y entre menor productividad, menor será la generación de capital monetario para las empresas.
“Cuando apareció la idea de que disminuyéramos el trabajo porque las maquinas iban a sustituirnos e íbamos a poder disfrutar más del tiempo, inmediatamente esto se declinó para que la explotación sea mayúscula […] tenemos cada vez más maquinas, pero tenemos que trabajar más tiempo y entonces ahí hay un margen muy reducido para lo que podría llamarse el tiempo libre y el placer”.
Lo poco que hay para el placer, relató Adán Ángeles, es más bien asumido como una revancha en relación con todo el tiempo desplazado por el trabajo: “lo sexual es visto como una revancha para restituirnos algo de placer”.
