Miguel García
Falta de coordinación y colaboración entre autoridades de los tres órdenes de gobierno, son tan solo algunos de los males que tienen estancado al Sistema Nacional Anticorrupción, el cual a casi una década de su conformación ha tenido un nulo impacto en la vida cotidiana.
De acuerdo con Marco Aurelio Cienfuegos, profesor de Tiempo Completo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Uaemex, la fragmentación y falta de comunicación entre los diferentes actores involucrados en este sistema han debilitado su capacidad para combatir la corrupción de manera integral.
Entre sus mayores obstáculos, asegura, está en gran medida la complejidad en su conformación, toda vez que tiene un Comité Coordinador, de Participación Ciudadana, Rector del Sistema Estatal de Fiscalización y Sistemas Municipales Anticorrupción. Es decir un andamiaje burocrático excesivo. A ello se suman autoridades para investigar y sancionar de manera extraordinaria.
Por otra parte, advierte, la corrupción es un problema arraigado en muchos niveles de gobierno y en diferentes instituciones. “Ha llevado a una resistencia y una interferencia política que obstaculizan los esfuerzos por combatirla”.
A la falta de voluntad política para implementar medidas anticorrupción se suma la influencia indebida de actores políticos que han debilitado la independencia y la eficacia del Sistema Nacional Anticorrupción y de los Sistemas Estatales.
Advirtió que, a 10 años de su existencia, será necesario aplicar una reigeniera en su operación, que involucre una participación activa de la ciudadanía.
El Sistema Nacional Anticorrupción (SNA) en México fue creado en 2015 con el objetivo de prevenir, detectar y sancionar actos de corrupción. Lo anterior permitió que el 30 de mayo de 2017, se expidieran y reformaran diversas leyes que reglamentan el Sistema Anticorrupción del Estado de México y Municipios.
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