Eric Rosas
Ciencia de frontera
El pasado 23 de noviembre el otrora Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología hizo pública su convocatoria titulada “Ciencia de Frontera”, mediante la que la entidad llamó a la comunidad científica del país a someter propuestas para la realización de proyectos de investigación que puedan catalogarse como punta de lanza en sus respectivas disciplinas, de ahí la denominación.
Lo primero acerca de lo que conviene reflexionar es precisamente el nombre de la convocatoria, que está vinculada a la motivación de dicha bolsa. Al referirse como ciencia de frontera, uno no puede entender algo distinto al hecho de que, a través de este mecanismo de financiamiento, México busque incentivar que los investigadores del país planteen proyectos orientados a contestar alguna o algunas de las preguntas fundamentales de la ciencia, como: ¿qué es el universo?, ¿de qué está formada la materia?, ¿qué es la conciencia?, ¿cuáles son los límites de manipulación que la humanidad tenemos sobre la naturaleza?, y otras de similar envergadura. Es decir; este programa está enfocado a que México cumpla con su obligación ante la humanidad para aportar nuevo conocimiento científico, contraída al adherirse a la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Para ejemplificar con algunos casos concretos qué tipo de investigación debería entenderse como de frontera, podríamos referir rápidamente algunos de los que recientemente han entregado resultados que efectivamente ampliaron el grado con el que antes se podía dar respuesta a algunas de las interrogantes mencionadas.
El proyecto del Telescopio del Horizonte de Eventos (THE), cuyo costo se estima en unos 60 millones de dólares estadounidenses (mdde), permitió generar en 2019 la primera imagen de un agujero negro y con ello demostrar la hipótesis de su existencia. Otro caso fue la detección del bosón de Higgs en 2012, una partícula subatómica cuya existencia fue predicha en 1964 por el Modelo Estándar de la Física de las Partículas Elementales, el modelo que hasta ahora explica de mejor manera la estructura de la materia y para el que se invirtieron más de 13 250 mdde. El éxito de la Colaboración LIGO-Virgo, que logró detectar en 2015 las primeras ondas gravitacionales, generadas por la fusión de dos agujeros negros, requirió de más de 20 mdde para comprobar una de las predicciones de la Teoría General de la Relatividad postulada por Albert Einstein hace más de un siglo.
Como puede observarse, la ciencia de frontera —esa que de verdad busca aportar conocimiento nuevo para la humanidad— precisa de financiamiento considerable; esto sin mencionar que su realización toma años o hasta décadas. Para poner en contexto las cifras de los proyectos listados, habría que recordar que el presupuesto público que México asignó para el fomento de todo tipo de investigación científica y desarrollo tecnológico en el 2024 fue de 126 mil 475 millones de pesos mexicanos que, al tipo de cambio de los últimos días, serían unos siete mil 353 mdde; lo que representa poco más del 12 % de lo invertido en el proyecto del THE; el 0.05 % de lo destinado para encontrar el bosón de Higgs; o menos del 38 % del financiamiento provisto a la colaboración LIGO-Virgo. Aclarando que en los tres casos comentados contribuyeron varios países durante décadas; es obvio que, aunque todo el dinero asignado en el 2024 se destinara a un solo proyecto de “ciencia de frontera”, prácticamente sería imposible que en el lapso de un año éste pudiera entregar conocimiento nuevo y valioso para la humanidad.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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