Por Lucio Ramírez Medina*
¿Cuándo se Pasará a las Acciones en la Defensa del Planeta?
En todas las regiones del mundo, pero sobre todo en las reuniones cumbre del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, hemos llegado a la desfachatez de los gobiernos nacionales en convertirse en auténtico concurso de ofrecimientos retóricos sobre inversiones, metas, programas de trabajo y acciones para defender al planeta de la mortal contaminación, pero sin resultados efectivos.
Lo único seguro que seguimos viendo, lo mismo en México, que en Brasil, Asia, África, Europa, las selvas, los océanos o los glaciares es la destrucción irracional que acelera el aniquilamiento de las reservas naturales, que son la única garantía de la preservación de la vida vegetal, animal o humana en este planeta Tierra.
Los países poderosos, altamente industrializados utilizan su fuerza bélica o económica para seguir explotando y contaminando las áreas naturales de las naciones en desarrollo, y éstas aceptan gustosas a cambio de dinero fácil, de protección para mantenerse en el poder o a cambio de migajas de desarrollo.
No hay país hasta ahora, que pueda presumir el cumplimiento a cabalidad de sus promesas en materia climática, pero al año siguiente vuelven a prometer con bombo y platillo sus ambiciosas metas en defensa del planeta y su biodiversidad.
Bien dicen que prometer no empobrece y así es que la propia Organización de las Naciones Unidas advierte que cumplir los compromisos de los países en materia de emisiones requeriría unos 41 mil millones de dólares más, al año, por lo que desde ahora seguramente las naciones preparan, más que resultados, pretextos.
La realidad es que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, en materia de financiación internacional que se destina actualmente a los países en desarrollo, es entre 5 y 10 veces inferior a la necesaria.
Baste ilustrar que en 2020, el dinero de los países donantes destinado a ayudar a las naciones más pobres a adaptarse al cambio climático, era de sólo 29 mil millones de dólares, muy por debajo de los 340 mil millones de dólares anuales que podrían necesitarse para el año 2030.
Los fondos de adaptación van a acciones como la mejora de la seguridad alimentaria mediante plantación de cultivos resistentes al calor y a la sequía, o a infraestructura, como muros marinos para mantener a raya la subida de las aguas.
*Licenciado y Maestro en Periodismo
lurame_3@hotmail.com @luciorm
