Eric Rosas
Una nueva oportunidad
Con el anuncio hecho el jueves pasado en la sede estatal mexiquense del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ya han quedado definidos quienes serán los contendientes con posibilidades reales para despachar desde el número 300 de la avenida Sebastián Lerdo de Tejada a partir del próximo 16 de septiembre del 2023 y hasta la media noche del día del grito por la independencia en el 2029. A reserva de que pueda concretarse la alianza entre el PRI y los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) y ello hiciera que el número de aspirantes se redujera a dos, quienes por ahora parece que estarán en la boleta en julio próximo con verdaderas posibilidades de obtener la mayoría —al menos relativa— de votos son Enrique Vargas del Villar por el PAN, Alejandra del Moral Vela por el PRI y Delfina Gómez Álvarez por Morena y sus partidos aliados.
Los tiempos que vendrán de ahora y hasta que se anuncie el resultado de la elección serán de gran agitación en diversos sectores de la sociedad mexiquense, que constituye el padrón electoral más numeroso del país. Pero los meses que se avecinan representan también una excelente oportunidad para trabajar a fin de elaborar el plan de gobierno que posibilite el desarrollo del Estado de México.
Siempre que los equipos de campaña se encuentran ante la tarea de estructurar dichos planes de gobierno, consideran aspectos de evidente importancia como la salud, la educación o la economía, sectores a los que prestan especial relevancia y con los que se comunican y hasta organizan foros de consulta para asegurarse de incluir todas las necesidades y opiniones de los mexiquenses de dichos ámbitos. Los documentos que resultan también incluyen apartados para la ciencia, la tecnología y la innovación, pues de no mencionarlos podría salir a relucir su omisión y causar cuestionamientos severos por parte de la comunidad académica y por los ciudadanos en general, ya que a todos nos queda clara la importancia que dichas actividades tienen para la vida y el desarrollo futuro de cualquier entidad.
Sin embargo, los párrafos que refieren a la ciencia, la tecnología y la innovación tienden a ser escuetos, generales y, sobre todo, poco realizables. Se prometen apoyos e incrementos considerables a los presupuestos para dicho sector, pero casi siempre se convierten en letra muerta cuando se aprueban los correspondientes paquetes de egresos. Además, siempre se considera que la investigación científica, el desarrollo de tecnología y el fomento a la cultura innovadora deben colocarse bajo el rubro de educación, cuando la generación de conocimiento (investigación científica) y su aplicación para la solución de problemas específicos (desarrollo de tecnología) son actividades transversales a todos los demás apartados; mientras que la innovación claramente debería ser tratado como el pilar de cualquier política industrial, pues es lo que posibilita que la planta productiva pueda generar ventajas competitivas que le faciliten el acceso a nuevos mercados.
Ahora tenemos una nueva oportunidad para que los aspirantes a la gubernatura del Estado de México le brinden el sitio preponderante que le corresponde a la ciencia, tecnología e innovación en sus planes de trabajo, pues la entidad mexiquense ya no puede postergar la creación de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación que le permita colocarse a la par de otras entidades del país que desde hace años cuentan con tal dependencia y por ello han conseguido tan sólidos avances en su transformación hacia sociedades y economías del conocimiento.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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