23/Apr/2024
Portal, Diario del Estado de México

Historias del tren polaco: ucranianos viajan a casa con zozobra y esperanza

Fecha de publicación:

Aranxa Albarrán, colaboración especial desde Ucrania

Son las cuatro de la mañana, el tren con escala en la ciudad de Toruń, debe seguir hacia la capital de Ucrania. De los seis millones que abandonaron su país durante medio año, cerca de dos millones ha percibido un ambiente con menor emergencia y peligro, por lo que con el corazón valiente, prefieren enfrentar el futuro desde casa. 

Sergey y su hija Martha de 22 años, después de seis meses deben despedirse, él deberá esperar unos días más en Toruń, mientras que ella debe volver a Kiev, la ciudad en la que la esperan sus hermanos y su madre. En el mismo viaje la familia Grupińska, integrada por un matrimonio, Michal y Sylvia y su hijo Adam, deberán descender también en la capital. El equipo Portal Diario acompañó su trayecto hasta la ciudad de Lviv en Ucrania.

El tren conducirá por 20 horas continuas, con diversas paradas en las ciudades ucranianas y Polonia, la última es Kiev y en el trayecto se espera que la noche sea una fiel compañera para no solamente acurrucar a los pasajeros, sino para evitar cualquier temor de sufrir algún accidente. 

“Estoy contenta de poder estar en mi casa nuevamente, extraño mucho mi ciudad pero extraño más a mi familia. Ahora tendremos que esperar a papá unos días más en lo que le dan unos documentos que le va a permitir volver a Polonia y trabajar, quiere decir que nuestra familia nuevamente se separará, porque en Ucrania hay muy pocos empleos ahora”, dijo Martha con un corazón sobre su cabeza que dibuja la luz que aún impacta en la ventana. 

El tren nocturno en dirección a tierras ucranianas es gratuito para los nacionales y por lo regular todos los asientos y camas se ocupan, el tren en el que viajó Martha, Adam, Sylvia y Michal tenía una ocupación de 80 por ciento, para los conductores y los supervisores, era un tren prácticamente vacío.

Fueron más de diez estaciones con paradas, en la cual cada una al menos tenía un ucraniano esperando. Los ruidos se intensficaban dentro de los vagones entre más avanzaba al destino, el acento ucraniano resonó con mayor intensidad en las ventanas, mientras Martha abre su diario y escribe la hora, la fecha y el tiempo en el que tomó una píldora que le ayuda a aminorar la migraña. 

“Cuando llegue a Kiev, lo único que deseo es abrazar a mi familia, jugar con mis hermanos y quedarme a dormir en mi cama, extraño mucho mi cama. En la casa en la que estábamos en Toruń, todo era bueno, pero no hay mejor sitio que tu casa”, mencionó con una leve sonrisa.

Por su parte, Michal y Sylvia desean regresar a la rutina, si es que es posible, dentro de la ciudad en la que ambos nacieron. Él labora como profesor de matemáticas y ella es docente de geografía, ambos se conocieron en el trabajo y hasta ahora han formado un lazo por más de diez años. 

“No creo que sea sencillo regresar a la vida normal, nuestra casa en Kiev, esperamos que siga intacta para que al menos nos haga sentirnos como antes de todo, pero sabemos y estamos conscientes de que afuera de nuestra puerta hay una guerra que no sabemos cuándo terminará. Y que es un conflicto que ha estado ya desde hace muchos años. Estamos cansados, queremos a nuestro país tranquilo y libre de tanta violencia y miedo”, comentó Sylvia.

Los padres de Michal despidieron el tren en Toruń, la ciudad de la que es originario el padre de Michal, por lo que precisó: si no podemos volver a Ucrania y sabemos que aún corremos peligro, regresaremos con mis padres.

Adam por su parte, mira la venta con detenimiento, prefiere cerrar los ojos durante el viaje, muestra una mirada cansada y una sonrisa en cada kilómetro, que proyecta esperanza para sus padres.

Al caer la noche, el choque de los rieles parece incrementar, conciliar el sueño se asimila como una tarea aún más compleja. Se percibe la zona boscosa con temor, pues cada vez el tren se aleja más de Polonia y se acerca a la frontera. Los pasajeros reciben llamadas, responden mensajes y frente a Martha se encuentra una pareja de hermanos de entre 15 y 12 años respectivamente. Ven una serie de dibujos animados coreana, ríen intensamente, el miedo que podría pasar por la mente de algunos, en ellos simplemente se evapora. 

El reloj apunta poco más de las 22:00 horas, el cansancio de viajar durante más de seis horas, empieza a pesar en el cuerpo, los ojos se nublan y hace el primer intento de dormir, cuando dos horas después a las 00:15 minutos, el tren arriba a la frontera cerca de Červonohrad en Ucrania. Se encienden las luces de inmediato, como si un misil lanzara su petardo, se abren los ojos rápidamente y el corazón se acelera.

“¡Pasaportes! ¡Pasaportes en mano!”, grita uno de los supervisores con el entrecejo fruncido. De inmediato todos reaccionan, los pasaportes color vino se dibujan en los cristales, pasa por ellos el primer comandante. Usa uniforme verde, botas color beige con el cabello casi como soldado raso. 

Levanta los pasaportes y los coloca boca abajo uno a uno, solamente sobre sale uno mexicano, el de la enviada del presente medio, hace un par de preguntas a los niños frente a Martha, ellos enseñan el acta de nacimiento para testificar aún más que son residentes ucranianos, continúa. Cinco minutos después, se hace la entrega de todos con un sello que dice: Polonia.

A los dos minutos, sube una comandante, cabello negro, portando una chamarra gruesa, parte de su uniforme, con un verde aún más intenso. Usa una gorra y mantiene siempre la mirada fija en cada pasajero. Recoge nuevamente los pasaportes y Martha suspira, como queriendo decir que siente fastidio de los protocolos para cruzar una frontera.

De la misma manera, coloca uno a uno los pasaportes en pila, los lleva a sellar y después de diez minutos regresa con los sellos que dicen: Ucrania. 

Las manos de Martha tiemblan al recibir su pasaporte, menciona: por fin, estamos en casa. Con un alivio como si, la verdadera guerra la hubiera vivido lejos de su hogar. 

Cuatro horas después, se escucha: ¡Lviv! Todos gritan y aplauden, Martha menciona que el mismo camino que los lleva a Kiev, por las mañanas está siendo bombardeado unas diez veces, por lo que declara que no es fácil llegar. Aún con los temores, era el momento de descenso para el presente medio, sin embargo, Martha mencionó: gracias por seguir con nosotros, porque debido a mucha propaganda ya se piensa que estamos bien, pero se debe ser muy valiente para volver. Sonríe y dice adiós. 

(Foto: Aranxa Albarrán)

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