Eric Rosas
Obstructores académicos
En la semana recién concluida escandalizó al medio académico la renuncia del doctor José Sarukhán Kermez a la coordinación nacional de la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (CONABIO) por, según declaró él mismo, “[tener] diferencias con María Luisa Albores González”, actual titular de la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), respecto del nombramiento del nuevo secretario ejecutivo de dicho organismo.
La CONABIO fue creada en 1992 y en su concepción como organización de investigación participó el doctor Sarukhán. Ahora es ya una comisión intersecretarial presidida por el titular del Poder Ejecutivo Federal e integrada por la propia SEMARNAT, que ocupa la secretaría técnica exoficio, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural, la Secretaría del Bienestar, la Secretaría de Economía, la Secretaría de Educación Pública, la Secretaría de Energía, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Secretaría de Salud y la Secretaría de Turismo. Tiene como encargo la promoción, coordinación, apoyo y realización de actividades encaminadas al conocimiento de la diversidad biológica, su conservación y uso sustentable para beneficio de la sociedad.
México ha sido catalogado como un país megadiverso porque cumple con el criterio del endemismo, ya que cuenta con ecosistemas marinos y es el hogar de al menos cinco mil especies de plantas endémicas. En este sentido nuestro territorio y litorales ocupan la quinta posición en el ranking global de biodiversidad, pues albergan a 864 especies de reptiles, entre 21 989 y 23 424 especies de plantas vasculares, 564 especies de mamíferos, entre 1 123 y 1 150 especies de aves, y 376 especies de anfibios. Frente a tal riqueza natural, ante la humanidad los mexicanos somos responsables de proteger la biodiversidad con la que contamos y por ello es que la pertinencia de un organismo como la CONABIO está más que justificada.
Por otro lado, aunque la calidad académica de quien también fuera rector de la Universidad Nacional Autónoma de México está más que demostrada y reconocida nacional e internacionalmente, la realidad es que el nombramiento del secretario ejecutivo de la CONABIO corresponde conforme a derecho a las autoridades federales, por lo que la secretaria de la SEMARNAT no estaba de ninguna forma obligada a atender las propuestas presentadas por el doctor Sarukhán. Aquí el asunto que de inmediato surge es que en nuestro país se encuentren con bastante frecuencia casos como el del renunciante, quien se mantuvo al frente de la CONABIO por tres décadas durante las que pasaron por el Palacio Nacional nada menos que seis presidentes de la República.
Treinta años es toda una vida profesional, lo que significa que aquellos jóvenes ecologistas que concluyeron sus estudios de posgrado en 1992, hoy en día se encuentran al final de su vida laboral; es decir, hubo toda una generación de científicos que no pudo tener acceso a ese puesto de liderazgo en la CONABIO porque estuvo ocupado permanentemente por una sola persona. Otro caso similar es el del Centro Nacional de Metrología, en donde la gran mayoría de los directores adjuntos que iniciaron en sus cargos con la fundación misma del laboratorio primario de México en 1994 y fueron arropados durante lustros por el doctor Héctor Nava Jaimes, aún siguen en sus puestos. Urge refrescar con mayor frecuencia a los titulares de dependencias como éstas, pues algunas terminan por anquilosarse.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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