Leobardo Hernández
¡Bienvenidos a la Edad Media!
La semana pasada nos perdimos una nota importantísima y dimos una muy indignante que no debió ser. La primera: la despenalización del aborto y el respaldo legal de los derechos LGBTTIQ+ como, entre otras cosas, el matrimonio entre personas del mismo sexo y su inclusión en el marco legal para elimimar su vulnerabilidad ante el seguro social; la segunda: la represión que sufrieron miembros de la comunidad LGBTTIQ+ y, de paso, compañeros periodistas que se vieron envueltos en la vorágine policiaca, terminando lesionados cinco reporteros y tres manifestantes.
El titular de nuestra edición impresa debió ser, el viernes, algo como “Aprueban matrimonio igualitario y despenalización del aborto en Edomex”; no obstante, quienes debieron hacer posible esa hipotética realidad estaban más preocupados por recibir al nuevo arzobispo de Toluca que por legislar sobre el derecho de los ciudadanos. Sí, de todos los colores partidistas, legisladores abrían los brazos a Raúl Gómez para ocupar ese cargo como si fuesen cortesanos del mismísimo Fernando III, llamado “el santo”.
A la toma de posesión del nuevo arzobispo acudieron, además, el gobernador, el titular del poder judicial y presidentes municipales. ¡Vaya estado laico! Y no es censura para nadie, sino que estos funcionarios dejaron su labor el jueves pasado para acudir a un asunto puramente eclesiástico, al que pudieron haber estado invitados formalmente, pero, por muy “importante” que haya sido el evento para la vida pública del estado, me pregunto a cuántas personas beneficiaron nuestros servidores públicos con la asistencia a la Catedral de Toluca el 19 de mayo.
Pudieron ir perfectamente este domingo a felicitar y recibir la bendición del señor Gómez sin problema alguno y sin desatender, si acaso los atienden, sus deberes con la ciudadanía. Esto no es todo, de hecho es algo más o menos superfluo. ¿Qué es lo más ofensivo?
El 12 de mayo pasado, jueves, los legisladores, tras varias promesas y postergaciones hechas… algo así como 18 años, supuestamente habrían analizado, discutido y deliberado la iniciativa que otorgase legitimidad civil a los matrimonios entre personas del mismo sexo, que ampararía ante la ley su derecho incluso a tener seguro social. Es más, un contundente “no” de los legisladores aquel día habría sido más aceptable que la hipocresía que han mostrado todos, de “izquierda” a derecha y de regreso.
El día terminó con otra promesa: “ahora sí el jueves 19 de mayo lo discutimos y aprobamos”… Pero, como la ideología política en el estado es monolítica (y paleolítica), en vez de cumplir su palabra, los líderes de las bancadas estuvieron en el sacro templo catedral para lo ya sabido. ¿Tienen idea de lo que representa esto? Pues un acto consumado de discriminación: eso significa.
Mientras los representantes de TODOS los mexiquenses presenciaban el ceremonial católico, afuera de la catedral la manifestación pacífica de la vituperada comunidad LGBTTIQ+ fue reprendida a golpes. Y además de eso, reporteros fueron vulnerados durante el categórico acto de discriminación
El viernes 20 de mayo compañeros periodistas protestaron por los actos violentos de los que fueron objeto. Como si la propia catedral tratase de impedir la expresión de su indignación, campanadas interrumpían los postulados y el posicionamiento leído a las puertas del Palacio.
Una representante del gobierno salió a recibir algunos documentos que llevaban los manifestantes, no sin antes decir que deberían ir con las autoridades correspondientes, como si no hubieran ido ya, o como si pudieran salir de ahí pues, además de dar seguimiento a los casos de reporteros agredidos y asesinados en el estado, nuevos casos y denuncias se acumulan ante una fiscalía ciega y sorda, malinterpretando, quizá, el símbolo de la justicia.
Las vejaciones de palabra, obra y omisión del estado mexiquense contra la sociedad es insondable. Un retrógrada pensamiento pernea la concepción política de los disfuncionarios del estado. Prevalecen clero y feudo como inamovibles modelos en pleno siglo XXI.
En este sentido, ni ellos se salvan de sí mismos. Recordemos que grandes pensadores católicos fueron torturados, humillados y asesinados por la propia iglesia; Giordano Bruno, el italiano incinerado en 1,600 por su pensamiento revolucionario sobre el cosmos es un ejemplo, el padre Solalinde, señalado por algunos miembros del clero mexicano por ofender a la iglesia, ¡por su labor humanitaria!, es otro caso y el mismo Papa Francisco, quien ha hecho mesuradísimos pronunciamientos, por no decir imperceptibles, de respeto (que no de apoyo ni de aceptación) a la comunidad LGBTTIQ+, ha sido reprobado por aquellos que lo eligieron como sumo pontífice.
A título personal, preciso decir que no soy ateo, pero tampoco me apego a régimen dogmático alguno ni es intensión mía ofender la fe católica; al contrario, ni la fe ni dios, que es él mismo y todos, caben en un templo o en la mano de algún autoproclamado sacerdote. Y escribo esto porque me refiero a las cúpulas eclesiásticas que profesan la palabra que traicionan, igualito que la clase política.
Alguna vez, en el contexto de nuestra dictadura local, del PRI, dije a un amigo que en los accesos carreteros al Estado de México se debería colocar la leyenda “Bienvenidos a 1970”; pero me equivoqué, esa leyenda debería decir “Bienvenidos a la Edad Media”.
