Eric Rosas
Mano morena
Este miércoles 23 de marzo, legisladores integrantes de la Comisión de Ciencia Tecnología e Innovación de la Cámara de Diputados, así como de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Senadores, anunciaron a través de sus redes sociales que se encontraban reunidos para presentar públicamente el Trabajo en Conferencia para la construcción de una nueva Ley de Ciencia y Tecnología para México. El acto fue encabezado por los presidentes de las mesas directivas de ambas cámaras, los morenistas Sergio Carlos Gutiérrez Luna y Ricardo Monreal Ávila; así como los presidentes de las dos comisiones, el diputado verde-ecologista Javier Joaquín López Casarín y el senador priista Jorge Carlos Ramírez Marín.
Entre los invitados al presídium destacaron por su presencia el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, el doctor Enrique Graue Wiechers y el director general del Instituto Politécnico Nacional, el doctor Arturo Reyes Sandoval; y por su ausencia, la directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT), la doctora María Elena Álvarez-Buylla Roces, quien justo a esa hora solicitaba dinero a la —neoliberal— Comunidad Europea para financiar su proyecto personal —al que ha dado por llamar— “de soberanía científica” para México.
Conviene recordar que la titular del CONACyT entregó desde hace varios meses al primer mandatario, un anteproyecto de Ley de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación que también escribió ella sola y que ha sido rechazado tajantemente por la mayor parte de la comunidad académica del país; por lo que su inasistencia al acto del miércoles refleja que se la considera ya un lastre con miras a la sucesión presidencial, por su falta de pericia política, su evidente autoritarismo, su miopía —metafóricamente hablando—, su desconocimiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación de México y, sobre todo, su exacerbada ideologización que le impide comprender los enormes retos presentes y futuros para nuestra nación.
Llama también la atención que mientras que los diputados y senadores prometían que consultarán a toda la academia mexicana para construir el marco normativo en materia de ciencia, tecnología e innovación que le urge a nuestro México, se detectó que la propuesta oficial elaborada por la directora del CONACyT se puso ya a consulta pública a través de la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria. Esto último de inmediato hizo dudar a los científicos y tecnólogos del país acerca de las intenciones manifestadas por los legisladores, por realmente proveerle a México del moderno marco jurídico que necesita para transitar del obsoleto diseño institucional con el que ahora cuenta, hacia uno que efectivamente le permita convertirse en una economía basada en el conocimiento, capaz de aportar al bagage científico universal, desarrollar la tecnología que pueda resolver las necesidades que tiene la sociedad mexicana, e inocular en la planta productiva una cultura de la innovación.
Dadas las traumáticas experiencias de los parlamentos abiertos organizados por el poder legislativo, como el realizado cuando López ordenó la extinción de los fideicomisos públicos para ciencia y tecnología, o el reciente para el análisis de la reforma eléctrica, el Trabajo en Conferencia prometido, de nuevo parece ser una distracción del oficialismo para engañar a los científicos mexicanos y usarlos para validar su gatopardista iniciativa, que no busca fomentar la ciencia ni la tecnología, y menos aún establecer a la innovación como pilar de nuestra política industrial, sino sólo meter “mano morena” para hacerse del control de estructuras clientelares.
Lo anterior, dicho sin aberraciones.
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