20/Apr/2024
Portal, Diario del Estado de México

Círculo Feminista Alaíde Foppa

Fecha de publicación:

Claudia Elisa y Gabriela Alejandra López Miranda

Fundadoras del Círculo Feminista Alaíde Foppa

En los dos últimos años azotados por la pandemia, hemos leído múltiples noticias  sobre el incremento de la violencia hacia las mujeres; al mismo tiempo que los países han notificado sobre la evolución de la infección y las medidas de confinamiento, han informado sobre el incremento de las llamadas en busca de ayuda.

            La emergencia ha potenciado las tensiones que existían en los hogares previo a la pandemia, la incertidumbre frente al trabajo, el dinero, la salud, mezclada con viejos prejuicios vinculados a los roles de género, ha devenido en expresiones evidentes y muy dramáticas de agresión. En materia de violencia directa, se han dado pasos atrás, pues el confinamiento obligó a las mujeres a convivir más de cerca con sus abusadores.

            No obstante la gravedad de dichas manifestaciones y la urgencia por erradicarlas, hoy queremos apuntar a una violencia en apariencia más sutil, pero igualmente corrosiva, nos referimos a la relacionada con los trabajos de cuidado al interior de los hogares, derivado de las infecciones por COVID.

            ONU Mujeres, sólo por mencionar una referencia, ha expresado con claridad que debido a la saturación de sistemas sanitarios y al cierre de las escuelas, las tareas de cuidados han recaído mayoritariamente en las mujeres, quienes, por lo general, han sido las responsables de atender a familiares enfermos, personas mayores, niños y niñas.

            Según esta institución son las mujeres quienes han asumido mayores costos físicos y emocionales, así como mayores riesgos de infección en la respuesta a la crisis. Hemos presenciado casos de familias cuyos miembros han contraído la enfermedad al mismo tiempo y han sido las mujeres quienes, aún enfermas y debilitadas, han cumplido con las labores de cuidado.

            Para nadie es un secreto que los roles de género típicos de la familia patriarcal asignan exclusivamente a las mujeres los trabajos del hogar, previo a la pandemia no existía evidencia a partir de la que se pudiera esperar un cambio de dicha dinámica y con la explosión de la emergencia, no sólo se confirmó, sino se acentuó la repartición desigual de tareas.

            Alrededor del mundo las encuestas muestran resultados generalizados: las mujeres, especialmente las madres, dedican más tiempo que los hombres a los cuidados al interior del hogar y cuando las mujeres se incorporan al mercado laboral, las horas que dedican al trabajo no remunerado dentro de la casa no se reducen.

            En este sentido, resulta fundamental insistir en la lucha contra las formas de violencia que, por parecer menos agresivas o menos directas, pueden pasar desapercibidas. Nos interesa subrayar: tan reprobable es golpear a una mujer, como abandonarla en el cumplimiento de las tareas de cuidado al interior de los hogares, ello en un contexto de pandemia se vuelve aún más dramático y más radical.

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