Aranxa Solleiro
Son las siete de la mañana de un martes 24 de agosto del segundo año pandémico por Covid-19 en la Central de Abastos de Toluca, Doña Felipa coloca su puesto de hierbas medicinales al paso de los compradores y vendedores de frutas y verduras, con más de diez años en el mismo sitio, ella ilumina el pasillo con una sonrisa, pues su rostro luce sin un cubrebocas, dado que para ella resulta casi inservible, pues el virus sigue siendo una especie de mitología inventada por unos cuantos.
“Como que sí creo y no creo, yo siento que el que se enferma es el que tiene miedo a todo, si tantito le dicen que se puede enfermar si sale o hace tal cosa, rápido se pone a pensar que le va a pasar y que sí, se va a enfermar, entonces eso hace que te sientas mal, que empieces a bajar tus defensas, porque solamente estás pensando en eso. Si uno no lo piensa, si sigues haciendo tu vida y creyendo mucho en Dios, con eso ya queda para que no te enfermes. Véame a mí, yo no me he enfermado y en la casa suya tampoco nadie nos hemos enfermado, y si nos llegáramos a sentir mal, tenemos a las hierbas y le tenemos la fe para que ellas también nos ayuden a curarnos.” Mencionó fulminante con una torta en la mano y el vaso casi por vaciarse de atole.
Con la convicción exacerbada, Felipa comparte una ideología que mayoritariamente se habita en la Central, donde por lo menos, de cada 10 personas, solamente cinco usan cubrebocas, creyendo que si se enferman, será porque así tenía que ser y no realmente por un descuido de parte de ellos.
“Te piden mucho que te laves las manos o que te pongas el gel antibacterial, pero pues eso solo hace que te obsesiones más con eso y peor resulta, creo que el que tenga que enfermarse será porque Dios así lo quiere. Si se da cuenta, es más la gente mala la que se está yendo o la gente que todo el tiempo se anda preocupando por todo, uno que tiene mucha fe en Dios, pues va saliendo adelante.” Dijo.
Al exterior de la zona de frutas y verduras, se encuentran los pepenadores, quienes mayoritariamente vienen de la delegación de San Cristóbal Huichochitlan y San Pablo Autopan, diariamente arriban al sitio, donde la basura es acumulada por torres de bolsas con desechos, a su alrededor, se reúnen manadas de canes callejeros, los cuales se alimentan de ello y las enfermedades relacionadas al Sars-Cov-2 o alguna otra, se difuminan al conjunto de la neblina atestada de un grisáceo, aumentando el nivel de humedad y por ende, debilitando no solo la vista, sino la respiración.
Javier (22 años) y Antonio (30 años), cargan con ellos un bote improvisado como contenedor de desechos, una escoba y una pala para pretender un recogedor, ambos trabajan como cargadores en el sitio, asegurando que el temor por ser contagiados con el virus es un hecho casi imposible, en tanto que su convergencia en zonas de desechos, les ha permitido aumentar sus defensas en el sistema inmunológico.
“No es que no creamos, pero desde niños trabajamos aquí, tenemos que estar en contacto con toda la basura, ni sabemos de dónde viene y tenemos que levantarla cuando nos toca limpieza, es difícil que te enfermes no solo de Covid, sino de cualquier enfermedad. Al menos nosotros casi nunca hemos estado mal.” Argumentó Javier.
De acuerdo a lo dicho por Jorge Hernández Palma en 2018, representante de las bodegas de comercio de la Central, alrededor de 2 mil kilogramos de basura son desechadas en el sitio y aunque se pronunciaron las aplicaciones de multas, los compradores entrevistados, comentaron que cada día se divisa más en el exterior de las zonas comerciales.
“La Central de Abastos es un relajo, cualquiera que desee hacer un estudio de contaminación tanto en términos de basura como en cuestión ahora de riesgo pandémico, esté sin duda es un lugar ideal. Cada que vengo, que es regularmente los martes, veo mucha basura alrededor de la Central y hay muchísimos pepenadores, eso no solo hace que se vea mal, sino que estamos en contacto casi directamente con eso. No hay nadie de gobierno o autoridad que regule algo, ni lo que te menciono, ni mucho menos si adentro los compradores o vendedores usan las medidas sanitarias, aquí el que viene, lo hace bajo una responsabilidad muy grande. Es estar consciente de que te puede pasar lo que sea, hasta que te roben inclusive, pero por la chamba a veces uno no tiene opción. Ojalá pongan más atención.” Mencionó Alejandro, comprador.
En la zona donde confluyen más de 20 mil personas diarias, existe un foco rojo de atención para autoridades encargadas de regulación sanitaria y vigilancia. Si bien, es uno de los sitios con mayor relevancia para el flujo económico y social, también lo es en riesgos, por lo que la urgencia ante las problemáticas no puede quedar en segundo plano.
(Foto: Aranxa Solleiro)
