DON DÁMASO
El que a los vicios se entrega sin prudencia ni mesura que desprecia su buen nombre y pone su alma en tortura, alguna vez se le oirá cuando ya tenga experiencia confesar que en el pecado se lleva la penitencia.
Proverbio mexicano
POR QUÉ LAS PERSONAS INTELIGENTES COMETEN ESTUPIDECES.
PARTIENDO LA BARAJA: Si todos cometemos tonterías, desde los más inteligentes, que buscan aprovechar sus fortalezas, hasta los más estúpidos que basan su actuar en sus debilidades, rencores y complejos, imaginémoslos cuántas estupideces cometerán por día, por hora, por minuto, por cada respiración y no estoy exagerando. Bueno, pues sí estos obtusos están a cargo de un país, no pasemos por alto el efecto dominó que pudiera acabar con nuestras expectativas.
Reflexionemos un poco sobre los políticos virales y biliares, que se multiplican en sistemas de gobierno, en donde se personaliza la autoridad y se anulan las instituciones, que son buenos para dividir y cometer errores, exaltando ese patriotismo ingenuo, en ingenuos patriotas.
Bueno, pues por eso les quiero platicar de ese libro del psicólogo italiano Paolo Legrenzi: Por qué las personas inteligentes cometen estupideces.
Uno de los más célebres personajes que pone como ejemplo en este libro, es Bill Clinton, él nos platica de quien fue la paciente cero de las redes sociales. Mónica Lewinsky con el honroso reconocimiento de haber sido la primera persona cuya reputación fue completa y mundialmente destruida vía internet.
Además, se volvió a comprobar, que el pez no es el único que por su propia boca muere. Si ambos protagonistas hubiesen escuchado y memorizado el estribillo de la famosa canción de Bob Dylan: los tiempos están cambiando, hubieran sido más cautos en el manejo de sus pasiones.
Y si la impronta de vida de Clinton, hubiese sido más conservadora y recatada frenando sus ímpetus, cabría la pregunta: ¿Hubiera llegado a ser Presidente de los Estados Unidos? Quizá se hubiera perdido de muchas experiencias agradables, como la que hace algunas semanas vivió y disfrutó en el Radio City Music Hall de Nueva York, cuando asistió al último concierto presencial de Tonny Bennet y Lady Ga-Ga, ya que, al ocupar su lugar en las primeras filas de este magno escenario, fue recibido de pie y con aplausos por la totalidad de los asistentes.
Una de las frases preferidas de mi botiquín filosófico es: Minimiza riesgos, que cada día cobra más vigencia en estos tiempos de la pandemia y de eventos disruptivos, muchos de estos, muy lamentables como los accidentes de motociclistas en la autopista México-Cuernavaca; o ante la disyuntiva de los padres de familia de llevar o no a sus hijos a la escuela ante la amenaza del creciente número de contagios de COVID 19.
Pero volvamos al libro del psicólogo italiano, quien nos aporta unos buenos tips para que no cometamos estupideces y ejerzamos plenamente nuestras libertades morales, habituales y cívicas.
Dice Legrenzi que eligió la tontería individual como tema de su libro, ya que es parte intrínseca de la vida y, en su opinión, tiene su encanto porque muestra que nuestra verdadera fuerza, reside precisamente en los distintos modos en que sabemos afrontar las consecuencias de nuestras debilidades, de nuestras flaquezas, de las caídas frente a engañosas tentaciones.
No somos una especie de Robinson Crusoe en su isla desierta en donde podamos cometer errores pero no tonterías. En el mundo postpandemia del siglo XXI, sería conveniente atender las estrategias preventivas para evitar cometer tonterías según Legrenzi: la primera, es una prevención consciente, todos nuestros actos tienen consecuencias y quedan registradas para la posteridad y la segunda se basa en la ignorancia, es decir, en no tener que prestar atención a las situaciones que podrían hacernos caer en tentación, o lo que es lo mismo que prevenía en la Grecia antigua en el famoso episodio de la Odisea entre el comportamiento de Ulises, atado al mástil del navío, y el de los marineros, que se protegen tapándose los oídos con cera:
Cuando la nave estuvo tan lejos
que no podía la peligrosa voz
de las Sirenas llegar hasta nosotros,
se quitaron ellos la cera de los duros oídos
y de los miembros me quitaron a mi las ataduras.
Todos podríamos tener a nuestro alcance una coctelera, pero también, ser dueños de nuestras decisiones sobre qué mezclar en ella, que nos resulte agradable para el día a día y, no pretender ser temerarios para elegir los ingredientes de un coctel molotov. En términos de tonterías, según Legrenzi, éstas son las mezclas explosivas que debiéramos de evitar.
Mezclas explosivas
- Estimación errónea del riesgo, basada tan sólo en aquello que nos ha sucedido en el pasado;
- Pensamiento “ilusorio”, es decir, la tendencia a intercambiar lo que quisiéramos que fuera la realidad con lo que por desgracia es;
- Proyección de las experiencias pasadas en el futuro, es decir, no aceptar el papel del azar en los asuntos humanos, atribuyendo a nuestros méritos o a la suerte lo que es fortuito;
- Incapacidad de darse cuenta del cambio de clima de la opinión pública; ausencia de percepción del cambio de humor en la opinión pública y publicada. Desde luego que sólo Robinson Crusoe en su isla desierta
- Infravaloración de las consecuencias de la evolución de los instrumentos tecnológicos y, en consecuencia, de la <rastreabilidad> de nuestros movimientos;
- Excesiva confianza en nosotros mismos, lo que en inglés se suele llamar over-confidence, mecanismo cognitivo que se ha confirmado experimentalmente en los campos más diversos.
MANO GANADORA: El hombre que es precavido obra con mesura y tino, y debe llegar al fin porque toma buen camino: mas el que es precipitado y procede sin cordura, para dar un golpe en el clavo pega ciento en la herradura. Proverbio Mexicano
