Ramón Cuevas Martínez
“Negar la incompetencia es negar la propia posibilidad de aprendizaje”
Para que un proyecto sea exitoso requiere una buena gestión de recursos tanto humanos como materiales. Los sistemas de gestión como ISO 9001 se enfocan en determinar cómo deben ser los procesos, estrategias y operaciones, siendo muy pocas las ocasiones en que se señalen las cualidades de la persona encargada de gestionar un proyecto, tan sólo se enfatiza que quien lo haga debe ser “competente”.
“Competente” es un adjetivo que se usa para describir a una persona que cuenta con los conocimientos, habilidades, valores y experiencia necesarios para desempeñar con éxito una determinada tarea. Pero si es tan sencillo reclutar a alguien competente para realizar un proyecto, ¿por qué en México y el mundo hay tantos proyectos públicos que fracasan e inclusive se vuelven tragedias?
A la pregunta anterior hay dos respuestas posibles y dependería del momento en que se pregunte y de quien esté al frente del gobierno. Una primera respuesta es que el proyecto (Línea 12) se derrumbó por actos de corrupción, en donde se privilegió un interés económico personal, antes que la ética y responsabilidad de servir a la sociedad.
La segunda respuesta que propongo es que existió incompetencia de funcionarios, ingenieros, y gerentes de proyecto, pero… ¿Qué tipo de incompetencia causa la muerte de personas inocentes?
Sin duda no es la incompetencia de la vida cotidiana que se aprecia cuando alguien no hace bien su trabajo, me refiero a la incompetencia que se manifiesta en la soberbia de directivos de altos vuelos que dejaron de lado aquella inteligencia que los encumbró como personas brillantes, y ahora son los incompetentes más conocidos por todo mundo.
Cuando suceden tragedias como la del Metro no damos crédito de cómo fue posible que alguien tan incompetente pudiera estar tan alto en la escala directiva, sin reflexionar que esa persona a lo largo de su vida tuvo los suficientes méritos para llegar ahí, lo que pasó después, que tiene que ver con la certeza de nuestra afirmación, es que simplemente dejó de hacer bien lo que lo llevo a la cima de su carrera profesional.
Un trabajador incompetente es menos dañino comparativamente con un directivo incompetente, pues el primero al detectarse falta de pericia se le despide y se sustituye inmediatamente por alguien competente, mientras que el directivo incompetente cuando es despedido generalmente ya llevó a la ruina grandes proyectos e inversiones, y en este caso, vidas humanas.
Entonces, la incompetencia directiva no es la incapacidad para desarrollar el trabajo, más bien se refiere a la SOBERBIA y a la desidia en realizar adecuadamente algo que siempre hizo bien.
Tanto la corrupción como la incompetencia son factores que pueden convertir la gestión de un proyecto en una tragedia. La historia de México ha permitido que hoy en día existan diversos mecanismos de control para combatir la corrupción, pero son inexistentes aquellos que combaten la incompetencia.
¿Cómo se puede evitar la incompetencia en un proyecto? Hay que empezar diciendo que no desaparece buscando y contratando a los más competentes, sino aprendiendo a gestionar la incompetencia de los directivos.
Las personas directivas que más daño hacen por su incompetencia en algún momento fueron las más competentes en lo que hacen. Todos somos incompetentes porque somos muy competentes, solo que nos cuesta trabajo no bajar la guardia porque estamos siempre en proceso de aprendizaje. Dejar de lado la soberbia y reconocer nuestra incompetencia nos permite generar un sentimiento de esperanza para emprender el proceso de mejora personal, y para asumir también la responsabilidad de mejorar a quienes nos rodean.
*Consultor en Gobernova
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