Ramón Cuevas Martínez
Cuando no tomas una postura en contra de la corrupción, tácitamente la apoyas. Kamal Haasan.
En 2019 fue presentado el “Barómetro Global de la Corrupción (BGC): América Latina y el Caribe”, elaborado por Transparencia Internacional; estudio en el cual México se colocó como el segundo país con más sobornos de Latinoamérica. De acuerdo con la investigación, la policía es la institución a la que se pagan más sobornos, lo cual habla no solo de un tema de corrupción, sino también de falta de calidad y profesionalismo en la seguridad pública. También se documentó que tres de cada diez personas tuvieron que pagar algún soborno para obtener algún servicio público.
En México, el 34% de los ciudadanos consultados reportó haber pagado un soborno durante ese año, lo que coloca al país en el índice general de soborno sólo por detrás de Venezuela, que alcanzó el 50% de recurrencia.
La corrupción en tiempos de elecciones representa un foco rojo para México, ya que se ubicó como el país con más menciones de compra de votos de toda la región: 50%; una de cada dos personas recibió un soborno a cambio de su voto, y una de cada cuatro personas fue amenazada con represalias.
El tema de la corrupción, a través de prácticas como los sobornos, representan un problema tan demandante que incluso el hecho de acabar con estas prácticas ha sido tomado como estandarte político, y ahora lo que fue un exitoso lema de campaña pasó a ser un pilar en el Plan Nacional de Desarrollo 2018- 2024.
¿Qué tanto se ha logrado cumplir el objetivo de desaparecer la corrupción?
La respuesta es un tanto complicada de responder, pues, para empezar, la corrupción no es algo cuantificable, por lo que resulta un tanto complejo medirla en términos reales, pero lo que sí se puede hacer es generar datos de percepción.
El BCG contempla la medición de percepción de la corrupción, a partir de encuestas; 44% de los encuestados respondió que la corrupción aumentó, 21% que disminuyó, 34% que se mantuvo igual y 1% dijo no saber. Sobre el 61% que valora de manera positiva la estrategia anticorrupción del gobierno, la Secretaría de la Función Pública (SFP) presumió que el dato muestra un “histórico salto de la confianza ciudadana en la lucha contra la corrupción” y se da como parte de la Cuarta Transformación que vive el país. Si bien estos datos y el discurso reiterativo sobre acabar con la corrupción son relevantes, no hay que olvidar que no son hechos cuantificables.
Acabar con prácticas como los sobornos, no se logra con discursos motivacionales, requiere acciones reales, tangibles; el Sistema de Gestión Antisoborno basado en la norma ISO 37001, y todo el naciente modelo de Compliance son grandes herramientas para lograrlo, ya que cuentan con la definición de políticas, objetivos de mejora y actividades definidas, regulan la responsabilidad administrativa y responsabilizan a las organizaciones (públicas, privadas y sociales) de cualquier posible delito de soborno iniciado en la organización.
Su implementación no solo brinda confianza a los usuarios, también:
- En el caso del sector privado, Incrementa de la competitividad, al ser una organización que conduce sus actividades con ética buscando asegurar su éxito comercial para fortalecer e incrementar sus ingresos.
- En el ámbito público, detecta y previene de cualquier suspicacia en relación con el soborno o corrupción en asuntos de recursos públicos.
- Consolida evidencia, en el caso de una investigación o auditoría, de qué medidas se han tomado para la prevención del soborno.
*Consultor en Gobernova
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