Este ejercicio del taller, de trabajar un texto a modo de receta, de entrada sonaba divertido, aunque al momento de hacerlo no me resultó tanto por la falta de claridad en aterrizarlo; así que al final decidí basarme (fusilarme mejor dicho) en estos personajes callejeros que ofrecen remedios maravillosos capaces de curar casi cualquier mal o afección, pensando que estaría bueno probar su efectividad, por pura curiosidad científica.
Pero lo más divertido del ejercicio fue la tarea propuesta por Efraín Velasco, de darle al texto una pasada por varios idiomas con auxilio del traductor de Google. Preferí ver el lado positivo de reírme con el resultado que el lado negativo de notar que el traductor escribe mejor.
Luego de la visita virtual del poeta oaxaqueño Efraín Velasco al taller de poesía de Grafógrafxs, el 20 de febrero pasado, su visión particular que corre en paralelo a grandes preguntas sobre la forma, la sintaxis y ciertas soluciones editoriales, o tipográficas, la materialidad del libro, los poemas visuales, el arte y la escultura en una posibilidad de ser replicados en papel, y la literatura expandida, algo de su búsqueda quedó en el aire, a través de un ejercicio intentando descentrar el lenguaje, desmontar, jugar, encontrar fantasmas. Poner a prueba la lógica y el sentido. El mecanismo fue una tarea simple: pasar un poema o fragmento de cualquier texto por el traductor de google, por lenguas distantes, aprender de esa confusión, invertir los poderes totales de la realidad.