24/Apr/2024
Portal, Diario del Estado de México

Confesiones de turista

Fecha de publicación:

Confesiones de Turista 

Aranxa Solleiro 

Alerta roja en beneficio turístico 

9:35 a.m. 

Amanecía nublado, desde aquellas leyendas fraguadas en el Xinantecatl, el cielo grisáceo en la ciudad es un aspecto clásico y uno de sus mejores trajes. Los fanáticos personajes amantes de las ciudades europeas, asimilan su clima frio con sus escasas estancias en alguna ciudad angloparlante. Mientras el televisor encendido en la sala emitía la noticia del incremento de casos, de una continua alerta roja para que la mayoría permaneciera en sus casas. Había transcurrido un mes apenas desde la oficialización de clausura de todos los establecimientos, exceptuando los de atención a necesidades esenciales. Si para muchos, la capital mexiquense es un escenario monótono, durante aquellos días parecía elevar dicha imagen.  

10:37 a.m.  

La pantalla del celular se enciende, anuncia un mensaje de mi mejor amigo: ¿cómo te sientes? ¿Te gustaría caminar un poco? Me sentía indecisa y sobre todo, con el temor de salir, puesto que había permanecido los últimos cuarenta días encerrada viviendo una especie de filme de ciencia ficción por enfermedad de altas temperaturas y complicaciones al respirar. No obstante, había permanecido en una rehabilitación constante por diez días, lo que me convenció lo suficiente para acceder y percibir entonces, lo fúnebre de las calles que se mostraban en cualquier red social. 

Días atrás, había compartido a través del periódico una entrevista con la Doctora Maribel Osorio, cuya inteligencia y sabiduría me desborda la mente, así como su conocimiento en temas de turismo. Durante una conversación virtual entre ambas, compartía la importancia de un “turismo cero”. Es decir, de iniciar prácticamente con todo, de ver al turismo en un aspecto de “stand by” y provocar su reproducción, de darle una pausa a las trágicas experiencias obtenidas durante los años del impulso de un turismo de masas, de un “mal salvaje” comportamiento de turistas en cualquier destino visitado y la lejanía de un turismo sustentable.  

La pandemia, incitaba la creación de agendas de investigación turística para mejorar al sector, para dar cuenta del daño nauseabundo que se presentaba en sitios de sol y playa, en selvas, ciudades e incluso zonas rurales.  

11:30 a.m.  

Portando una sudadera añeja, kilos menos en mi cuerpo y una infinita debilidad en mis piernas, caminaba hacía un café de la ciudad, el cual –sin mentir- ha sido un ejemplo de emprendimiento exitoso al que cualquiera desea aspirar. Su ubicación entre los cedros de Paseo Colón, provocan más entusiasmo en las personas para visitarlo e instalarse en él durante varios minutos. Sin embargo, al no tener permitido el acceso de clientes, debía uno de buscar dónde instalarse para disfrutar “in momento” del cálido sabor a café y de una conversación ansiada de libros, películas y posiblemente lamentables noticias.  

12:45 p.m.  

A pesar de mi falta de fuerza en mis pulmones, dimos una caminata duradera, paseamos con café en mano, alrededor de las calles de la ciudad, nos detuvimos un momento en Colón, en el Águila, en Villada, nos dimos cuenta de su imitación de ciudades españolas, Barcelona para dar un ejemplo desmesurado. Atravesamos gran parte del Centro Histórico, en efecto, nada se le parece a Hollborn o Piccadelly Circus en Londres, ni siquiera al patiecito afuera de San Patricio pero su riqueza arquitectónica es como pocas, inspirada del estilo de construcción de los siglos XVI y XVII, nadie –o casi nadie aseguro- se ha detenido a observar la forma de sus balcones, de la belleza de sus casas antiguas que aún conservan magia y relevancia como una ciudad considerada como un pueblo. Pocos notan su calma por siempre instalada, no precisamente por encontrarnos en confinamiento, sino porque es así, sin aferrarse al caos, sin sumirse en el torbellino de grupos de gente presionadas por el tiempo. Toluca siempre espera con calma.  

1:24 p.m. 

Mientras el viento comenzaba a frotar delicadamente nuestros rostros y comprobar la efectividad de nuestros cubrebocas, nos sorprendíamos de lo valioso que era resaltar lo bueno de una ciudad que ha sido siempre vista como pequeña, como poco relevante. Que la cuarentena impuesta y necesaria no impide asistir a los cafés locales, ni a las tiendas de generaciones que solamente subsisten de lo que reciben, de pedir de los restaurantes de años que a pesar de la crisis permanecen por amor no solo a su establecimiento, sino a su ciudad.  

Como el turismo cero, Toluca necesita también, de un encierro masificado para admirar sus calles no europeas, sino más bien únicas y con ello, valorizarlas. Deseo que quienes comandan un adolescente departamento turístico, lo haga y primero se convenza de la potencia de su ciudad, de lo bien y merecido que sería por fin, un proyecto de impulso hacia su magia y con ello evitar, su constante hundimiento. 

Confesiones en: Twiiter: @aranx_solleiro, Instagram: @arasolleiro y aranxaas94@gmail.com 

(Foto: Aranxa Solleiro) 

Tags: en Opinión
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