Pedro, Gilberto, María, Esther, Rodrigo, Jesús y Alejandro, son solamente siete de las miles de personas que han sufrido a cuenta gotas la reactivación económica. Todos, se dedican a la elaboración de vestidos de fiestas. Los eventos de XV años son su principal mercado y por lo menos antes de la pandemia, el año comenzaba de manera extraordinaria pues incluso, se aumentaron las ventas a comparación del año que acababa de culminar.
Aranxa Solleiro
En el mes de junio, después de dos meses de prevalecer con un sentimiento de angustia, pudieron reabrir sus puertas para vender un poco de lo que ya se tenía perdido. Algunos, han tenido que implementar estrategias de mercado a través del uso de redes sociales para mejorar sus pedidos y así por lo menos, asegurar una venta que no perpetúe el mal del encierro.
Esther Rubio (47) dedicada a la hechura de vestidos de todo tipo, sobre todo para vestir a las futuras novias, ha pasado más de 20 años en su negocio, sin embargo a pesar de que sus clientes la consideran excelente en su trabajo, se ha visto prácticamente sin ninguna venta desde que comenzaron las actividades económicas.
“He tenido que poner muchos descuentos a todo y también algo de la mercancía ha bajado de precio, entonces la gente a veces se anima. Lo malo es que la época fuerte de bodas o bautizos ya pasó, fue entre marzo y abril, sobre todo en Semana Santa se acostumbran a hacerse muchas bodas pero pues ahora no se pudo y algunos eventos sí se pospusieron pero las iglesias todavía no están haciendo todas eventos religiosos, entonces no hay más que esperar un rato más para que todo empiece a tomar su ritmo.” Argumentó.
Sobre los pasillos del Mercado Juárez y la Plaza de la Mujer en Toluca, todo asemeja a momentos un ambiente desértico, los carteles fosforescentes lanzan rebajas que provoque la motivación de los clientes para la compra de un producto, algunos –en su mayoría mujeres- se detienen para preguntar por el precio de un vestido multicolor que sobresalte la belleza de quien sueña con usarlo en la noche de sus XV años, donde la imaginación continua dibujando un baile carnavalesco, regocijante y deseoso de demostrarle al mundo que ya se es mujer.
Los vestidos de boda y de XV años van desde los 5 mil a los 10 o 20 mil pesos, normalmente, dependiendo del tipo de tela y los requerimientos de los clientes, no obstante ahora han tenido que bajar a 2 mil u 8 mil pesos para incentivar la venta.
“Sí, obviamente perdemos y no es lo que más deseamos pero se hace la lucha, a veces nos las vemos muy negras, no es fácil. Yo tengo una página en Facebook y ahí es donde le he metido un poco de ganas para que la gente comparta y se dé a conocer, así es como me pude mantener durante el tiempo de encierro, se apartaron algunos vestidos para eventos del siguiente año, aunque todavía tampoco es nada seguro, pero bueno.” Comenta Jesús (41).
La problemática se comparte de manera dual, los clientes en su gran mayoría se perciben con pocos ingresos y sin la oportunidad de hacer un gasto para la compra de algún vestido y por ende los vendedores, padecen el lamento de no contar con ellos. Tal es el caso de María Serrano (58) que a pesar del esfuerzo, aún no ve mucha participación de la gente:
“si recibimos de 8 a 10 personas a la semana, ya es mucho pero de ellos la verdad es que uno es el que se viene animando, la verdad es que ya la gente tampoco está para hacer un gasto así o también se siente con la incertidumbre de lo que va a pasar, entonces pues prefieren no hacer el gasto.”
Como en cada sector de la sociedad, la espera se vuelve un acto de angustia por saber si se llegará pronto a lo que era hace unos meses atrás.
Foto: Aranxa Solleiro
