El llamado de sí mismo…, el llamado del otro y… la responsabilidad!!!
Muy estimado(a) lector(a)!!!
Siempre un placer encontrarme con Usted y saludarle para desear que se encuentre bien, al igual que su apreciable familia. Reconozco y aprecio el tiempo y espacio que en su agenda le da Usted a la lectura de la presente columna que, el día de hoy dedicaremos a temas antropológicos de gran relevancia, a partir de la dimensión vocacional de la persona, que nos abre a la cuestión del llamado de sí mismo…, del llamado del otro…, así como…, a la responsabilidad hacia aquel.
En la pasada edición nos referimos, entre otros desafíos, a la relevancia que uno de ellos nos muestra en la crisis que estamos viviendo a causa de la pandemia y que se relaciona con la preeminencia que nuestra llamada a existir representa en la construcción de la propia vida. Una invitación a cuestionarnos nuestro propio actuar, así como los motivos que nos animan y nos mueven.
Carlos Alberto Rosas, en su texto “La vida humana como experiencia del llamado a la existencia: implicaciones en bioética” nos comparte que, en lo más profundo de la persona humana existe un llamado a existir, con lo cual es posible concluir que la tendencia derivada de ese primer llamado es vivir y no, quitarse la vida. Lo peor que se puede hacer con la propia vida, subraya el autor, es desoír ese llamado interior a existir. Y también señala que, antes que descubrimos llamados a pensar, a correr, a estudiar, a trabajar, etc. , toda persona humana se descubre llamada a vivir su propia existencia.
Subraya el autor que, no es normal ni es común que un niño, un joven o un adulto busque quitarse la vida. Que aunque existen abundantes casos de suicidio en la actualidad en muchas partes del mundo, no es la tendencia natural de una persona. Refiere que tampoco se han reportado casos de fetos o embriones en el vientre de una madre que tengan ese tipo de tendencias suicidas. Por tanto, podemos decir que, toda persona experimenta un llamado a existir, al cual responde con su misma existencia, porque si no, lo más natural sería quitarse la vida.
Por tanto, si tiene sentido responder a ese llamado a sí mismo a existir, la vida humana cobra sentido desde el instante en que existe como persona humana, es decir, cuando tiene todo el material genético que necesita para su desarrollo desde el momento de la unión del óvulo con el espermatozoide en el vientre de la madre.
Por su parte, Romano Guardini (1974) señala al respecto: “El ser persona no es un dato de naturaleza psicológica, sino existencial: fundamentalmente no depende ni de la edad, ni de la condición psicológica, ni de los dones naturales de los que el sujeto está provisto. La persona existe o no existe”….No podemos hablar de una persona humana si no existe, y basta con que exista para que tenga todo el valor y la dignidad de persona humana, pues ha respondido a la primera llamada a ser persona humana. El autor también acota que, una persona no necesita ser consciente de sí misma para tener dignidad humana; la tiene por existir como persona humana.
Dicho llamado en el interior de cada persona no es un llamado aislado, sino que se junta con un llamado que proviene de otro.
Dice Guardini(2000) que la persona está destinada por esencia a ser el Yo de un tú. Y explica que, el hombre no tiene consistencia cuando vive en sí mismo y para sí mismo, sino cuando se halla abierto, cuando se arriesga a salir hacia el otro; llega a ser él mismo cuando renuncia a sí mismo, pero esto no por adoptar una actitud superficial o por entregarse al vacío de la existencia, sino por entregarse a algo que merece que uno se arriesgue a perderse a sí mismo por ir en esa dirección.
Por su parte Belli y Quadrelli dicen: Debo cuidar del Otro porque está allí, frente a mí, pidiéndome ayuda y no tengo otra opción que responder a su pedido para constituirme en mi propia humanidad. Continúan diciendo.., mi responsabilidad hacia aquel que sufre es un permanente llamado a dar y a servir.
Es por eso también que Jonas ha planteado la responsabilidad como un imperativo (Siqueira, 2009). La responsabilidad del ser humano consigo mismo, dice Siqueira (2009), es indisociable de la que debe tenerse en relación con todos los demás; se trata de una solidaridad que lo conecta a todos los hombres y a la naturaleza que lo rodea.
Por tanto, responsabilidad y solidaridad van íntimamente unidas; pero la solidaridad entendida no como una simple “piedad” por el otro, sino como la respuesta a un llamado que exige dar lo mejor de sí, con visión de lucha, con actitud combativa (Rosas, 2011). La solidaridad exige una respuesta del mismo calibre de la que di a mi propio llamado a la existencia; “suspendo mi moralidad si no voy hacia el otro”, dicen Belli y Quadrelli (2010, p. 18).
De tal modo mi querido(a) lector(a), que los citados autores nos interpelan respecto a la vocación antropológica de nuestro llamado a existir, así como, el llamado del otro y la responsabilidad que derivada de la que se tiene consigo mismo será indisoluble de la que debemos tener en relación con todos los demás y que, asimismo, está íntimamente unida a la solidaridad, a la que recientemente nos hemos referido como virtud social imprescindible en la actual crisis que con motivo de la pandemia estamos atravesando como humanidad y que requiere de la conciencia individual y social para cuidarnos a nosotros mismos, cuidando también de los demás, evitando en la medida de lo posible, la propagación del COVID 19.
Y….Hasta la próxima, querido(a) lector(a)!!!
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