2020-09-14-la-onda-plana-45

La Onda Plana 66

Presupuesto sin ciencia es desperdicio 

Eric Rosas

Este 8 de septiembre el gobierno federal entregó su propuesta de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el ejercicio fiscal 2021, en el que nuevamente el apartado para la investigación científica y el desarrollo tecnológico evidencia que estas actividades no representan prioridad alguna para la administración actual. Tal actitud no es nueva, desafortunadamente. Cada año y sexenio tras sexenio el rubro 38, que etiqueta los recursos asignados al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) – dependencia federal que administra las contribuciones asignadas al desarrollo científico y tecnológico –, recibe asignaciones que distan mucho de los porcentajes mínimos que recomiendan la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, o la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Para el 2021, de un egreso propuesto de casi 6.3 billones de pesos, el CONACyT recibiría apenas 26 mil 573 millones de pesos; es decir, el 0.42 %, porcentaje similar al que México ha destinado como proporción de su Producto Interno Bruto (PIB), en promedio en lo que va del milenio; y que únicamente ha alcanzado un máximo cercano al 0.5 % en el año de 2010. 

Si consideramos que algunas de las estimaciones clave que tomó en consideración la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para armar el paquete fiscal del 2021 lucen optimistas en demasía – 4.6 % de crecimiento del PIB, 3 % de inflación, tipo de cambio de 22.1 pesos mexicanos por dólar estadounidense, y mil 857 millones de barriles de petróleo diarios, a 42.1 dólares estadounidenses por barril –, lo más probable es que conforme transcurra el año el CONACyT verá reducido su presupuesto de manera sustancial, como ha sucedido en los dos ejercicios más recientes, en los que recortes consecutivos de hasta 20 % o 30 %, han causado una disminución superior al 50 % en las becas de posgrado que otorgaba hasta el 2018 y dejaron casi inoperantes a los centros públicos de investigación, que llegaron a verse en la necesidad de restringir la compra de insumos básicos como ¡el papel higiénico!, para poder pagar los servicios de agua potable o de energía eléctrica. 

En un país en el que las necesidades de alimentación, salud, educación, seguridad y justicia son apremiantes para gran parte de la población, la inversión en investigación científica y desarrollo tecnológico debería estar siempre en la cúspide de las prioridades presupuestales. Pues es solamente a partir de la generación de conocimiento y de su subsecuente aprovechamiento en su aplicación para ofrecer soluciones efectivas a todas estas problemáticas y muchas otras – como la prevención y protección ante los desastres naturales – que los mexicanos podremos mejorar nuestra calidad de vida en el futuro. Por el contrario, en el PEF 2021 se dispendia el erario en proyectos carentes de viabilidad y amenazantes para el medio ambiente, como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya o el aeropuerto de Santa Lucía, y en programas federales de asistencialismo que sólo alivian temporal e insuficientemente las carencias de los pocos mexicanos que lo reciben, pero que no les ofrecen una verdadera posibilidad de movilidad social y, con ello, en realidad sólo terminan por condenarlos a la permanencia en una vida paupérrima y alejada del bienestar y de la modernidad. Mientras que México siga sin invertir sus escasos recursos públicos en ciencia y tecnología, los mexicanos continuaremos arrastrando los rezagos decimonónicos que ya han sido superados en muchas otras naciones. 

Lo anterior, dicho sin aberraciones. 

Twitter: @DrEricRosas 


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Nacional
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