PARA DECIR ADIÓS ®
Se oscurece el cielo, la noche es un preámbulo a la nostalgia, no hace falta verte para saber que pronto partirás, esto es así, de apoco vas pereciendo en lo icónico de las manecillas que envenenan el tiempo contándolo. Se oyen los ladridos de los perros en este aire que se rebela exigiendo silencio, es un momento lúgubre, el ánimo decae conforme va girando todo.
Hace un tiempo consideré lo relativo que puede ser el presente, ese fue el momento justo de estremecerme en tu mirada y detuve ese andar presuroso en la estación que me trajo hasta a ti, sin nada en las manos nos reconocimos enseguida, y sin caretas, colmamos de historias las avenidas y lugares que volvimos emblemáticos en esta ciudad.
Sin embargo, el recorrido ha desgastado y contaminado la presencia, silencios incomodos, secretos desatinos envueltos en disgustos dan la hora cuando ya no hay interés ni de preguntar ¿Cómo estás?, y la ausencia se vuelve un melancólico recuerdo de lo que ya no será. Confusión, lluvia, luna menguante… tomo prestado un suspiro a este ocaso algo frío, una lagrima al cielo nublado, y un poco de sangre al corazón que muere por séptima vez, ya no hay segunderos que sigan alimentando este transitar, las nubes grises no dan un buen augurio para el futuro en este presente.
Te entrego los recuerdos, las señales y las canciones que un día fueron parte de nosotros, te quito las espinas que por alguna razón hicieron más pesada tu corona mientras convivimos, te dejo unos pétalos para tus pies desgastados, un cielo de estrellas que iluminen tus añoranzas, un beso y un abrazo debajo de la almohada por si llegaras a necesitarlos… para decir adiós te doy un presente sin historias, un irse sin mirar atrás, un último título en la página 7 de este diario.
Foto: Oleg Magni en Pexels
