24/Apr/2024
Portal, Diario del Estado de México

Compromiso, lucha y carestía: realidad de los docentes en el entorno mexicano

Fecha de publicación:

Día del maestro, 2 millones 66 mil docentes forman parte de la plantilla escolar en el país, algunos de ellos tienen la necesidad de desplazarse de su lugar de origen para ser fuente de conocimiento en niños, jóvenes y adultos. La falta de recursos nunca ha sido un impedimento para un catedrático infestado de amor por su profesión.

Aranxa Albarrán Solleiro

Centenares de historias ha habido en nuestro acervo mexicano, tenemos a Julio César Mondragón quien nacido en San Miguel Tecomatlán, al sur del Estado de México, con pasión y fehaciente de su entrega a la docencia, se trasladó a Iguala en Guerrero, para cumplir sus metas profesionales.

La herencia de sus padres normalistas fue inculcarle la lucha voraz por sus ideales, aferrarse a la idea de continuar con su formación aun cuando ésta no es la mejor pagada. Sin embargo, esa pasión gritada como lo argumentó en su momento Benedetti, lo llevó a ser uno de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa y la historia que prosigue, se cuenta sola y en silencio, muy en silencio.

Como Julio, existen varios casos más, tal vez con un destino similar y otros, con el loable reconocimiento de haber entregado todo, haber dejado atrás sus raíces territoriales y seguir por el sendero dictado por su corazón: enseñar, ser partícipe notable de sembrar semillas de aprendizaje a la mente de la sociedad.

Sergio Ríos, profesor de preparatoria recientemente en una escuela privada en la ciudad de Toluca, es proveniente de Ojinaga en Chihuahua, sus hermanos por distintos motivos, tuvieron que migrar a la capital mexiquense y aquí han formado su familia.

Él, el cuarto de cinco hermanos, quiso encontrar mejores oportunidades para ayudar a su crecimiento profesional y también ser pilar de sus padres, quienes, pese a contar con el apoyo de los hermanos, reciben la ayuda del maestro como agradecimiento de lo que le han brindado a lo largo de su vida.

Sus inicios en la ciudad datan de 2002, cuando comenzó impartiendo clases en una escuela particular, le iba muy bien, era el más joven de sus compañeros con tan solo 21 años y, a pesar de su falta de experiencia en el campo laboral de la academia, fue reconocido en todo momento por su compromiso y disciplina.

Siete escuelas han pasado por su trayectoria, cuatro de ellas han sido privadas, siendo las que mejor ingresos le han dado, sin embargo, tampoco fueron suficientes para inspirarle a formar una familia, puesto que incluso en la mejor retribuida, sus gastos nunca han podido ser usados en lujos o consentimientos.

Un auto adquirido del mercado de autos de segunda mano, una casa en renta en la periferia de la ciudad y por lo menos dos comidas al día que combatan la languidez de su cuerpo. Su amor a la enseñanza es admirable, puesto que a pesar de no contar con las mejores retribuciones, nunca faltó a su trabajo, era considerado incluso para sustituir a alguno de sus compañeros en un momento necesario, a pesar de no ser recompensado por el esfuerzo extra.

Sus estudios, por otra parte, tenían bases de economía, nunca su primera opción fue estudiar para ser profesor, sus habilidades eran natas y tal vez heredadas de miembros de su familia, como sus tíos paternos, docentes todos, al igual que su hermana mayor. Sergio había dejado todo para alcanzar sus anhelos, ha sido inspiración para un cumulo de alumnos que han pasado por las aulas en donde ha impartido unidades de aprendizaje.

Muchas crisis se han presentado en su pasado académico, fue testigo de que la penúltima pandemia, la relacionada con el H1N1, arrebató del árbol de aprendizaje a uno de sus alumnos de primaria, teniendo que exigirse fortaleza para continuar con el espacio vació instalado en su banca. Sin embargo, siguió cada día más fuerte. Sus padres recibían cada mes una parte de su salario, sin importarle que fuera poco o mucho, él nunca falló.

Los dos son diabéticos y cada día su situación se vuelve más riesgosa y vulnerable. Visitarlos se vuelve una travesía un tanto imposible, dado que sus horarios son de 7 am a 9 pm de lunes a sábado. Por lo que a manera de consuelo, una llamada le abraza un poco y le hace sentir en casa. Si tiene la fortuna y el bolsillo también lo permite, acude con uno de sus hermanos que contempla por lo menos tres veces al año visitarlos y entonces cuando eso sucede, el mundo cobra más de sentido.

El día 28 de febrero despertó con un cansancio amedrentado de la jornada laboral, ligero dolor de cabeza y una notificación en su celular diciendo “primer caso de COVID-19 en la Ciudad de México”. A partir de ahí, supo perfectamente que nada volvería a ser igual. Su malestar se acrecentó e inició el desborde de temores, el primero: perder su trabajo.

Se presentó tres semanas después una hora antes a la escuela donde laboraba con su portafolio en mano para dedicar cinco horas a sus alumnos, en Dirección habían citado al grupo docente para anunciar lo siguiente: se está considerando cambiar la modalidad de enseñanza.

Ahora será a distancia. Se iniciarán con las capacitaciones para el uso de portales digitales y deberán firmar un acuerdo de seguir con sus clases por lo menos el mes estimado, no obstante, tendremos reducción salarial puesto que no será la misma modalidad.

Con los principios bien inculcados, levantó la mano y renunció. 578 alumnos en la institución, 120 profesores, las colegiaturas van desde cuatro mil hasta ocho mil, cada mes son recibidos por lo menos poco más del millón de pesos aún en tiempos de pandemia en los cinco niveles: kínder, primaria, secundaria, preparatoria y universidad.

El pago –ahora ausente- por hora en modalidad presencial va de 130 a 150 por profesor. Sus compañeros que decidieron continuar, se ven preparando con la misma dedicación cada clase, tal vez ahora toma incluso más tiempo, más esfuerzo y atención considerando escuchar a 20 voces virtualmente, con las fallas y complicaciones que pudieran presentarse, adecuándose a tecnologías inusuales como millones más.

Indudablemente, no es la misma modalidad, pero siguen siendo las mismas mentes las que con deseo, se presentan tras un monitor para seguir adelante con la formación y el pesar de llevar un mes sin paga, es de lamento y consternación.

Día del maestro, Sergio solo pide tener la fuerza suficiente para no desamparar el pago que por más de 20 años ha entregado a sus padres y el 14 de mayo, se anunció en su pantalla: “más de un millón de desempleados en México por Covid-19.” Lo sabe, al menos no está solo.

Foto de Dids en Pexels

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