¿Sirve de Algo al País el Optimismo Cuando no se Sabe Trabajar en Equipo?
El exceso de optimismo, al margen de un reconocimiento pleno de la realidad y de una falta absoluta de disposición para trabajar en equipo, de muy poco le sirve al país porque se va caminando irremediablemente sobre expectativas sin sustento que lo único que producen son espejismos de mejoramiento social.
Los liderazgos auténticos se fincan desde las bases de un trabajo en equipo para alcanzar las metas y lograr los resultados progresivos que se esperan de la gestión; en cambio un liderazgo artificial todo lo sustenta en la euforia conceptual de un mundo perfecto y el aplazamiento de resultados concretos.
Un liderazgo verdadero se fortalece con ideas y acciones de todos los integrantes del equipo de trabajo, porque sabe alentar la participación y la generación de propuestas, para finalmente traducirlas en un programa de acción con el consenso y la aportación de todas las partes, pero bajo la guía de quien conduce la nave.
En cambio un liderazgo meramente ideológico, sectario, que se asume portavoz de los más débiles pero no los deja expresarse; que margina a las clases medias críticas que aspiran al progreso permanente; y que confronta a pudientes, intelectuales y comunicadores que le cuestionan posturas y decisiones, no podrá obtener la fortaleza necesaria para alcanzar objetivos ni en tiempos ni en logros.
Una voluntad de transformación en el país, tan pacífica y masivamente expresada en las urnas electorales no se puede, no se debe confundir entre la obligación de que el líder conduzca los destinos de la nación a partir del trabajo en equipo, y la terquedad de alinear todo a una ideología para sustituir a una mafia del poder, para imponer a otra.
¿Acaso alguien quiere que siga la corrupción, la impunidad, la inseguridad, el derroche de recursos públicos, el nepotismo, el influyentismo, la pobreza; la violencia contra las mujeres, la niñez, los adultos mayores y los enfermos?
Por supuesto que nadie. Son vicios que dañan a toda la sociedad y, por lo mismo, los sectores que la conforman esperan que desde el liderazgo gubernamental se erradiquen con leyes claras, transparentes y aplicables para todos por igual; y con el esfuerzo y la participación de todas las partes. Esa medición nos debe ocupar.
*Licenciado y Maestro en Periodismo
