29/Mar/2024
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Fecha de publicación:

EL Hoyo: entre la metáfora y el autorretrato

Muy probablemente ya nos alcanzaron las impresiones del nuevo boom de Netfilx, la película El hoyo dirigida por el cineasta español Galder Gaztelu-Urrutia. Bien se podría decir que El Hoyo es una metáfora de la sociedad actual, sin embargo, sería más apropiado categorizarla como un auténtico autorretrato donde se ha logrado plasmar, de manera muy precisa, un aspecto tan característico del capitalismo: agarras lo que deseas, mas no lo que necesitas. 

Jorge Rojas

La trama consiste, a grandes rasgos, en que una plataforma repleta con comida va bajando múltiples niveles de celdas dentro de una prisión, en las cuales cada prisionero y prisionera es libre de tomar la cantidad que desee, por supuesto que entre más arriba, más comida. No hay nada más explícito que la jerarquización, verticalidad y cantidad de privilegios existentes entre piso y piso, ni nada más cierto que la suerte que le toca a cada persona (suerte de la cual no se es consciente al primer momento de abrir los ojos), tanto de “las que están arriba, las que están abajo y las que deciden saltar”.

Bien dicen que las grandes revoluciones nunca empiezan por la cabeza si no por el estómago, y este último es el testigo ideal de que la hambruna es una de las crisis que genera más conocimiento sobre una sociedad, pues revela la filosofía con la que ha sido criada. Es así como conocemos a los personajes: Trimagasi, un hombre de la tercera edad que vive bajo la premisa de comer o ser comido, comparte celda con Goreng ,un joven que vive bajo el ideal de ayudar para ser ayudado.

El filme nos arroja muchas interrogantes y puestas en escena. Nos muestra que la empatía, por ejemplo, es un lujo al que no toda persona puede acceder y dicha condición de inaccesibilidad ha estado vigente desde que fue impuesto un modelo social de verticalidad y jerarquía, pues en este no hay cabida para la otredad. Sabiendo lo anterior surgen las siguientes interrogantes ¿la empatía es un lujo al que se accede teniendo cubiertas las necesidades físicas?, ¿será al contrario?, o bien ¿es un lujo al que se accede mediante el conocimiento? Estas preguntas les corresponde contestarlas a ustedes, e incluso generar otras.

Igualmente, una de las problemáticas más interesantes en esta trama es la paradoja de la movilidad social. El sentido común de la persona privilegiada señala que, si has vivido en carne propia los niveles abismales de los últimos pisos y logras alcanzar la cumbre, entenderías y velarías por las personas que siguen en pisos inferiores; no obstante, el sentido común de la persona que está llena de carencias y habita en los niveles más profundos es tremendamente diferente.

También está reflejado uno de los desafíos más formidables a los que se enfrentan las generaciones de hoy en día: la unidad/colectividad por medio del razonamiento. “Divide y vencerás” ¿cuántas veces no ha sido citada esta frase? Aparentemente esto es exclusivo de la política y la guerra, sin embargo ¿no es esto lo que la mercadotecnia fomenta mediante la estulticia?, ¿acaso no fomenta la división, los niveles, los estratos, las clases, los nichos de mercado, etcétera? El argumento suele ser camuflado con el concepto de “diversidad”, pero la auténtica diversidad requiere de una interacción que implique aceptación, respeto y empatía, aspectos que el mercado no suele incluir en sus principios, es por esto que es uno de los desafíos más potentes a los que se enfrenta, y seguirá enfrentando, la sociedad como colectividad.

Un elemento clave, y sumamente interesante, dentro del argumento narrativo, es que las prisioneras y los prisioneros pueden llevar un único objeto que deseen, sin importar qué sea. Como es de esperar, muchas personas optan por herramientas que les ayuden a la supervivencia: cuchillos, espadas, bates, pistolas, etc. Tal es el caso del representante del comer o ser comido, Trimagasi, quien lleva consigo un cuchillo que, según él, se afila con el uso. Del otro lado está su compañero, Goreng, quien optó por llevar el libro de Don Quijote de la Mancha. Sin duda un contraste evidente, y una interpretación simbólica sobre esto podría ser: la función del arma es sobrevivir alienadamente perpetuando y reproduciendo el sistema; la del libro es perecer subversivamente mientras se construye un símbolo y se manda un poderoso mensaje para modificar el sistema. Los usos y aplicaciones que se le dan a cada herramienta exigen habilidades diferentes y, a su vez, generan resultados diferentes.

Para concluir, el filme aborda una temática que se ha proyectado en pantalla infinidad de veces, no obstante, la manera de hacerlo es muy interesante y está muy bien lograda. Una excelente opción para reflexionar sobre la situación actual, pasada y venidera, de la condición humana y social en el auge del consumismo y la decadencia ética, en donde la condición reflexiva primaria es: elige tu objeto y pon a prueba tu suerte en los penetrantes e impredecibles niveles de las celdas, pues precisamente hace falta sentir lo que la otra persona siente.

Foto: Redes

Tags: en Arte, Opinión
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