Rosina Gungolo comenzó su formación artística en danza clásica a la edad de 9 años, sin embargo, desde el principio notó que, aunque lo disfrutaba, no parecía encajar. “No entendía porque desaprobaba, yo quería seguir bailando”.
Ximena Barragán
Así, al aperturarse la carrera de Danza Contemporánea en su natal Argentina, Rocina encontró su espacio “me enamoré del lenguaje, entendí que además del movimiento tiene que ver con una manera de pensar y de vivir”.
Precisamente al adoptar la danza y la expresión artística como forma de vida, y de la mano de su pareja, el poeta, Álvaro Urrutia, la bailarina y docente ha trabajado por la construcción de públicos y luchado por la comprensión y consumo de la danza contemporánea. “Insistir en el lenguaje y defenderlo”.
Desde el espacio cultural que juntos operan en Bahía Blanca, programan, desarrollan y participan de la gestación de proyectos, tal es el caso de “El discurso vacío”, pieza dirigida por Natalia Martinera, que, desde el famoso discurso de Charles Chaplin en “El gran dictador”, y a partir de la composición musical y lenguaje abstracto, generar una comunicación con la audiencia, sin clarificar un mensaje estructurado.
Precisamente, de eso trata la danza contemporánea, explica Gungolo, “no hay un mensaje en sí, pero sí hay un sentido coreográfico, buscamos que las personas empiecen a disfrutarlo, sin necesidad entender”.
La pieza, aún en construcción, fue presentada el pasado sábado 1 de febrero en la librería y foro “Mi primer día en el salón de la fama”, en Metepec.
(Foto: Ximena Barragán)
