El año que se fue…
Mi muy querido(a) lector(a)! Con el gusto que siempre experimento cuando tengo la oportunidad de saludarle, quiero desear para usted y para su apreciable familia, toda clase de bendiciones. En ésta bella temporada, de manera muy especial quiero desearle que el amor y la paz que la llegada del Niño Jesús trae a cada corazón permanezca en el suyo y en el de cada miembro de su familia a lo largo de cada día. Nos encontramos en el inicio del año 2020. Me gustaría aprovechar este espacio para hacer algunas reflexiones sobre el final del año y la llegada de un año nuevo. Agradezco el espacio y el tiempo que usted dedica a la lectura de éstas líneas, en las cuales deseo encuentre tal vez alguna respuesta a interrogantes que las personas nos hacemos cuando una etapa de nuestra vida termina para que otra inicie, como lo es cuando un año termina y comienza el Año Nuevo.
La gratitud es un sentimiento que nutre el alma, decía alguna vez el Rabino Harold Kushner y yo me pregunto.. ¿Cuál y cuánta es mi capacidad de agradecer en mi día a día?…….Desde el momento en que puedo abrir los ojos a un nuevo día; la capacidad de poder elegir si me levanto o espero unos minutos; si me doy una ducha o no; qué ropa elegiré; en qué consistirá mi desayuno, etc. etc. etc.
¿Qué tan consciente soy de que absolutamente todo lo que soy me ha sido “dado”?….. Desde el mismo don de la vida que Dios me ha regalado…, mi dignidad de ser persona…, la inteligencia…, la voluntad…, la libertad que poseo….. Todo esto, para que yo construya mi propia vida. Pero…, ¿de dónde me ha sido dado todo esto,…. tantos regalos?… Es entonces cuando desde la humildad podremos reconocer el orden divino y logramos experimentar la gratitud, la cual definía Lao Tse como “la memoria del corazón”.
Para éste inicio de año, podríamos pensar más que en elaborar propósitos, fincar nuestros pensamientos y nuestra actitud en la gratitud. Apreciar lo que ya tenemos, lo que día a día hemos recibido, sentirnos satisfechos. Nuestra interioridad, nuestra espiritualidad nos ayudará a dejar a un lado toda la superficialidad en la que actualmente se vive en una sociedad carente de valores, para entonces recuperar nuestra verdadera naturaleza que como lo plantea Ramón Lucas Lucas, en su libro “El hombre, espíritu encarnado”, somos un cuerpo material informado por un espíritu inmortal. Al hacer conciencia de tal realidad, estaremos encontrándonos a nosotros mismos desde nuestra vida interior para descubrir la verdadera vocación a la que hemos sido llamados a la existencia, que es el amor. Y es la gratitud un aspecto esencial del amor.
Cuando somos capaces de amarnos a nosotros mismos, aceptando que somos seres valiosos, completos, tendremos el talento para amar a los demás. Y la gratitud es también la capacidad de salir de uno mismo y poder pensar en el otro. Agradecer es amar, es retribuir con conocimiento sincero, valorar lo que se recibe con alegría y respeto. Nuestros abuelos nos repetían con frecuencia “Es de bien nacidos ser agradecidos”. Lo cual es totalmente cierto ya que, la gratitud nos reconcilia con la vida misma, a partir del maravilloso don que significa la vida desde el acto supremo de amor y gratuidad del Creador hacia cada uno de nosotros.
Muy estimado(a) lector(a)!!!….deseo para usted y su familia un inicio de año pleno de amor y gratitud, que prepararán el corazón para recibir el inicio de un nuevo ciclo como una oportunidad para construir la verdadera felicidad cimentada en una vida interior que permita contemplar la verdadera trascendencia del amor en las acciones cotidianas en las relaciones con los demás, tanto en el ámbito familiar, como en el aspecto social y también en el ambiente laboral y así, acceder a un MUY FELIZ AÑO NUEVO en plenitud.
Que Dios lo bendiga a usted y a su estimable familia!
MUY FELIZ AÑO 2020!!!!!!
Y…..Hasta la próxima, querido(a) lector(a)!!!!!!
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