Los panteones han comenzado a ser lugares vivos, en los que los recuerdos, la nostalgia, la alegría de “visitar al difunto”, las tradiciones, y la reunión de las familias se conjugan, y este fin de semana, los camposantos serán lugares llenos de flores y amor.
Miguel García Conejo
Cargando unas flores, veladoras, trapos, una cubeta y una escoba, cientos de personas se dieron cita en el Panteón General “La Soledad”, y aunque la tristeza de palpar la ausencia de quienes ahí reposan les afecta, con una sonrisa, cantando, van hacia las tumbas.
Luz María es una de las personas que llegó al camposanto un poco antes para evitar las conglomeraciones, llegó de la mano de su esposo a visitar a su madre, que falleció en 1990, a quien recuerda con los ojos empapados en amor, con nostalgia que escurre por sus mejillas y que termina en una sonrisa.
“Vengo desde que falleció, vengo cada año a traerles flores, es importante para mí porque es parte de mi vida, fue importante y es una manera de recordarla y de demostrarle mi cariño. Mi madre se llamaba María de la Luz, y tengo un recuerdo maravilloso de ella, viajábamos mucho juntas, platicábamos mucho, había una confianza mutua”, recordó mientras limpiaba y dejaba impoluta la última residencia de quien le dio la vida.
Poco a poco el Panteón La Soledad va agarrando color, cempasúchil, rosas, nube, gardenias, de todo hay que embellece el entorno, incluso desde días antes pues hay quienes prefieren evitar las multitudes y así poder dejar la tumba lista para que amanezca el 1 de noviembre adornada y embellecida.
Para quienes siguen con vida y fuerza, el procurar a los muertos es una tradición que nunca se debe perder, porque es el lazo que los une, lo que no permite que sean olvidados ni que su paso por la tierra haya sido en vano.
En el Panteón General se espera la visita de más de 5 mil personas para este fin de semana, de acuerdo con fuentes de la administración en su horario de 8:00 de la mañana a 6:30 de la tarde.
(Foto: Redes)
